Septiembre ha sido por excelencia mi mes, ese en el que el verano llega a su fin y llega el otoño, una estación que me gusta, el mes donde cumplo años, donde mi pueblo se viste de fiesta y ahora donde he vuelto a descubrir la maternidad.
Neskatilla tuvo a bien nacer el mismo mes que su madre y escasos días antes... no me apetecía compartir fecha de cumpleaños, ya lo digo desde ahora, pero me he dado cuenta que no sirve de nada ya que el hecho de preparar sus fiestas de cumpleaños cada año cuatro días antes hará que llegue resacosa al mío propio, pero ojo los 40 no los perdonaré avisados quedáis 😉
Hace un año me encontraba en un hospital ingresada con la única y ardua tarea de dilatar, pero no es lo mío y si con el parto del monillo me quedó alguna duda, el de neskatilla me lo confirmó (y no, no estoy cantando la canción del verano). Aún recuerdo los wassap de esas amigas que ansiosas pensaban que en unas horas mandaría foto y que por la mañana estaban preocupadas de no saber nada. Aún recuerdo a Enrique Iglesias a todo trapo mientras yo botaba en la pelota, con esa ilusión de estar sin epidural y pensar que aquello iba a ser coser y cantar, pero fue más bien zurzir y hacer un disco entero con recopilatorios. Hoy después de un año me emociono mucho al mirarte porque nadie más que tú sabe el golpe de realidad que has supuesto para mi vida de madre. Lo nuestro ha sido la relación de amor más pasional que he conocido en mi vida. Tú eres la excepción que rompe la regla, los ojos más intensos que he visto en mi vida y demasiado lista para ser tan pequeña.
Sé que esto ha ido más que rápido, que se nos ha pasado el año volando y que yo me he pasado la mitad de él intentando aterrizar, pero quiero que sepas que ya estamos a la par, que aunque vaya medio zombi te estoy haciendo sombra igual que tú me la haces a mí (entre otras con las ojeras que llevo que cobijan más que un árbol centenario). Que no termino de pillarte el punto pero que me tienes más enganchada que el chocolate negro y que si tienes alguna duda de lo especial que ha sido todo para mí, solo te diré que hoy estaría dispuesta a volver a entrar en un paritorio (hija mía esto ahora te puede parecer una declaración de amor extraña, pero cuando sepas por todo lo que hemos pasado, te parecerá que querer volver a parir o ser madre en mi caso es señal de amor incondicional). Y por si te queda alguna duda te prometo que probarás la nutella cuando te corresponda y no a los 18.
Aún recuerdo el positivo en el predictor, mi cara de susto, mi incertidumbre y mi largo y enrevesado embarazo. Pero entonces llegó el 24 de septiembre a las 9:20 de la mañana, mis manos cogieron 52 centímetros de vida adornados con dos ojos como dos faros, que panzada de llorar me pegué, ya estabas aquí y ya todo volvía a la normalidad. Ilusa, mira que soy ilusa, entonces empezaron nuestros 12 meses de vida intensa, porque eres como tu madre pa que ser tranquilita pudiendo estar dando guerra a todas horas. ¿Qué se pueden tener cólicos?, pues los tienes, ¿qué puedes pillar virus?, pues los pillas, ¿qué dormir es un mal invento?, pues despierta y con la morena esta a mi vera vaya a ser que me aburra. ¿Qué en mi familia la gente tiene ojos oscuros y pelo moreno?, pues yo me quedo con ojos verde raro y según crezco voy aclarando el pelo que ni con farmatint... ¿Qué la merienda no me gusta?, pues se la chapurreo a mi madre por la cara y así aprovecha y se hace un peeling baratito de cutis (es una considerada mi hija). ¿Qué la única debilidad de mi hermano son los coches y las caravanas?, pues yo me cargo su parquing con disimulo y le desmonto las caravanas mejor que un guardia de tráfico.
Esa eres tú, en pura esencia y qué mejor para rematar mi amor por septiembre que poder compartirlo y festejarlo contigo. Escribo este post una noche más de insomnio, porque a pesar de estar tiesa de tanta silla, sofá, brazo y desvelo nocturno, cada noche lloro desde hace unas semanas al pensar que ya cumples un año y que pronto no podré ni mecerte en mis brazos de lo rápido que creces. Que eres una puñetera pero que me flipa cómo me miras, que odio que me escupas la fruta pero me encantan tus pedorretas y tus bufidos de dragón, que aunque me llames cual cabrera a grito pelau luego me sonríes y lo olvido, que me haces cantar y bailar cual payaso de feria pero que tu movimiento de cadera lateral lo compensa. Que me encanta que tu hermano te guste tanto o más que a nosotros y que no seas tan puñetera y después de un año tengas la buena voluntad de no hacerle más la cobra a tu padre y darle ya un beso, que se lo merece.
En fin que soy tu madre y queda mal decirlo pero qué especial eres y qué única. Aunque aún no te haya hecho ningún escalope y por si nunca te lo he dicho bien clarito MAITE ZAITUT.
Hace unos días tuve un bebé de meses en brazos y se me erizaron los pelos, porque aunque suene a pura leyenda, es verdad, el primer año pasa demasiado rápido y hay cosas que nunca volverás a vivir y eso no hay quien lo cambie. Este año ha estado lleno de fotos pero yo he querido elegir tres que te representen y nos representen y son las que veis en este post que son gracias a Violeta Rodríguez, María José Cayuela y yo misma. Gracias a todos los que habéis estado a mi lado todo este año y habéis aguantado mi estridente bimaternidad, eternamente agradecida, la terapia de la amistad es el mejor fármaco que puede tener una madre.