Revista Educación

Septiembre, pensó

Por Siempreenmedio @Siempreblog

La mesa desordenada, el ruido del mar al fondo. Algunas nubes cruzaron por el cielo y una chicharra dejó de cantar, en algún lugar más allá de la verja del jardín. Los chicos acabaron de comer y salieron en tromba hacia la parte interior de la casa, en busca de la televisión. Los grandes se levantaron a fumar y a preparar el café. Ella (ni chica ni grande) se quedó un momentito sentada en el banco, incómodo, con la espalda recostada sobre el tronco del pino, jugueteando con el tenedor y recordando el vuelo de las cometas que había visto la otra mañana, colgadas en el aire, aún con la luna al fondo y la arena en los pies.

Septiembre, pensó

Foto: Marta Giménez

La brisa hizo golpear uno de los cabos que sujetaban la vela que hacía de toldo en el jardín. Y de repente entró en escena el suave aroma de las adelfas. Dentro sonó el teléfono dos veces, y en ese momento pensó en otras comidas, en otras mesas y hasta en otras camas.

De la cocina salió, atropelladamente, un cordial olor a café y el sonido de alguna música, y alguien puso sobre la mesa unas cerezas bañadas en chocolate que otro alguien había traído desde la pastelería de la ciudad.

Pasó otra nube y oscureció un poco la clara luz de la tarde. “Septiembre”, pensó.

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