Revista Cultura y Ocio

Séptima Cruzada: El ingreso a la escena de Luis IX

Por Joaquintoledo

septima_cruzadaLuego de la sexta Cruzada los cristianos habían recuperado Jerusalén, era cierto y en teoría deberían estar satisfechos, no obstante, el hecho de haber recuperado la sagrada ciudad mediante la paz y un tratado con un infiel no parecía dejar muy conforme a occidente. Federico II no pensó en meterse más en los asuntos de medio oriente  y por su cuenta decide ocuparse de su país.

Es así como Roma decide girar su vista hacia otra parte: Francia, y es que en realidad muchas opciones no le quedaban. Tan sólo por citar un ejemplo, el rey Enrique III de Inglaterra tuvo la osadía de echarle en cara al papa que lo único que se buscaba era recaudar dinero para enriquecerse, así como debilitar a los reinos europeos, muchos de ellos sus enemigos.

El detonante fue la caída, nuevamente, de Jerusalén, la ciudad en manos de los musulmanes en 1244, ciudad que jamás volvería a manos de cristianos hasta siglos después. El Papa movilizó sus cartas y de más está decir que los recaudadores papales no la vieron nada bien, fue una mala temporada para el Vaticano. Sin embargo, aquella luz de esperanza vino de un rey devoto, algo sumiso, y totalmente convencido de su misión como soberano cristiano a la hora de combatir a los infieles, de lado, o en segundo término, quedaba hasta el propio trono, se trataba del rey de Francia, su nombre: Luis IX.
Francia era probablemente uno de los países europeos con mejor situación económica y de buenas relaciones con Roma, de ahí que Luis se entusiasmara con la idea de ser el protagonista de la nueva aventura cristiana, que esta vez, curiosamente no tenía el objetivo de recuperar Jerusalén, pues ya estaba en sus manos, sino más bien acabar con el sultanato ayyubí. El pretexto esta vez fue, siempre por cuestiones defensivas, que los reinos cristianos nunca estarían a salvo, mientras los musulmanes y sus respectivos dominios siguiesen existiendo alrededor. Así, entonces se tenía el pretexto para una nueva campaña que Luis dirigiría. Los preparativos duraron casi tres años, en los cuales se prepararon casi 20 mil soldados para marchar sobre Egipto, partiendo en el año de 1248, mes de agosto, desde Marsella y Aigues Mortes, junto con su esposa y sus dos hermanos Charles y Robert, como los nobles más destacados. Entre los mayores opositores de la campaña se encontraban los venecianos, a quiénes no les gustaba la idea de que los cruzados les arruinen el comercio con los egipcios.
Entre los planes propios de Luis, se encontraba el de pactar con los mongoles, la nueva amenaza asiática que estaba exterminando a los musulmanes poco a poco. Si lograba el pacto, los mongoles se encargarían de atacar Siria, mientras él hacía lo propio en Egipto. Luis pasó el invierno en Chipre a la espera de noticias, estudió otras alianzas y se entrevistó con algunos representantes mongoles que se mostraron muy arrogantes, y su plan tambaleó de momento, pues no se llegó a ningún acuerdo pleno, los asiáticos se marcharon llenos de regalos y sin haberse comprometido a nada. Su único consuelo fue la llegada de algunos regimientos, el aporte del soberano de Chipre y las naves que por fortuna no le escaseaban, aunque tampoco le sobraban, así el 30 de mayo de 1249 Luis partía hacia Egipto con el fin de someterla y liberar así del peligro a los reinos cristianos de medio oriente.


Una nueva y desastrosa campaña en Egipto

El 4 de junio los egipcios ya podían ver en sus costas a los primeros barcos cruzados. No hubo resistencia al principio, sin embargo, los musulmanes se preparaban para lo peor, ya sabían que los cristianos no venían en son de paz. En esos momentos reinaba en aquellos lares el sultán Ayub sucesor de Al-Kamel y se hallaba en Damasco, donde se creía que Luis daría el golpe. Ante el inesperado movimiento, el sultán movió sus cartas y se dirigió rápidamente a El Cairo junto con fuerzas sirias. Pero su enfermedad y la geografía le impidieron estar de inmediato en dichos lares, por ello, el visir de turno Fakhr ad-Din se encargó de todos los preparativos para repeler a los europeos.
A principios de junio entonces acaece una lucha, algo desigual, pero que favoreció a Luis pues la disciplina de sus soldados era indiscutible, el premio fue el ingreso a Damieta, la cual estaba casi desierta. Luis no pudo, ni quiso dar el golpe decisivo a los musulmanes pues sabía que las inundaciones del Nilo estaban prontas a empezar y podría sucederle lo mismo que a los cruzados de la Quinta Campaña. La ciudad se fortificó y los comerciantes italianos, incluidos los venecianos, ahora querían negociar con el rey para el libre paso de sus barcos, evidentemente el rápido triunfo de Luis había sorprendido a todos. Nuevamente el enfermo sultán Ayub ofreció lo que Al-Kamel hiciera años antes, pidió que las tropas se marcharan cambiando Damieta por Jerusalén. Luego de un tiempo Luis decide partir hacia el sur, luego de que algunos le sugiriesen en cambio tomar Alejandría, hacia Mansourah, en su trayecto el sultán Ayyub muere y esto genera desconcierto entre los musulmanes, todo parecía girar sobre ruedas para el rey francés.
En el mundo musulmán, gracias a la labor y sugerencia de una esclava, se consigue un nuevo líder, llamado Turanshah, quién nombró a Fakhr ad-Din como su general, los dos sin perder tiempo organizaron una desesperada defensa. El primer enfrentamiento a consideración entre ambos ejércitos fue en la batalla de Fariskur y los cristianos resultaron victoriosos y continuaron avanzando.

Luego el 21 de diciembre acamparon cerca de Mansourah. No se produciría enfrentamiento hasta el 8 de febrero de 1250 donde un ataque por sorpresa de la caballería cristiana produce un épico enfrentamiento entre los caballeros medievales cristianos y los mamelucos musulmanes, en donde Fakhr ad-Din muere y su contingente es derrotado casi en su totalidad. Los cristianos, llenos de júbilo persiguen a los remanentes hasta Mansourah, pero el sucesor de Fakhr ad-Din, los esperó y los tentó adentrarse en la ciudad, su nombre era Rukn ad-Din Baibars. Éste dejó que los cristianos se confiaran y adentraran en la ciudad, permitiéndoles que cometieren toda clase de crímenes, como la destrucción indiscriminada de templos y bienes y la muerte de mujeres y niños. Cuando los cruzados creyeron que la ciudad era suya, al mando de Baibars, los mejores mamelucos turcos arremetieron contra ellos, aniquilándolos por completo, incluido Roberto Artois, el hermano del rey, solo Pedro de Bretaña y otros cuatro, de unos 290 caballeros, consiguieron escapar.
Los mamelucos salieron a hacer frente a las tropas de Luis, la lucha fue bastante igualada y ambos apostaron el grueso de sus tropas, y al final los cruzados empujaron hacia Mansourah a los musulmanes de nuevo.


El ocaso de Luis

El rey francés pensó que los musulmanes pedirían la paz pero estaba equivocado, ahora ellos querían expulsarlos por completo  y Luis se lamentó haber sido tan arrogante antes y haber despreciado la oferta de paz que le hicieron. El 11 de febrero los musulmanes vuelven a atacar el campamento cruzado en las afueras de Mansourah, se dice que aquel día no dejaron de llover flechas, por poco y el ejército es totalmente aniquilado. Eran ocho semanas por aquellos lares y la ciudad no se había podido tomar, ¿El Cairo era ya un sueño?, pues era lo más probable dadas las circunstancias. El sultán legítimo llegó desde Egipto, era Turanshah, hijo de Al-Kamil y fue proclamado sucesor. En definitiva los musulmanes estaban más unidos que nunca, era lo peor que podía pasarle a Luis justo en aquellos momentos, pero nada como cuando se enteró de que los barcos cruzados que llegaban a Damieta estaban siendo asediados. Su ejército estaba en el sur, casi aniquilado y exhausto, y asediado constantemente en su marcha a Damieta.

Luego es derrotado en la segunda batalla de Fariskur y todo estaba ya perdido, el rey tuvo que suplicar por su vida, por ello sin ninguna alternativa, decide lo impensable: pactar con el Islam. Obviamente estaba sometido a estos y las condiciones fueron duras y humillantes. Los musulmanes rechazaron toda oferta del cambio de Damieta por Jerusalén, ya que sabían que los cristianos estaban perdidos, así al final los términos fueron los siguientes: la captura de Luis quién fue enviado a Mansourah con disentería, los prisioneros débiles serían ejecutados y los sobrevivientes llevados con ellos.
Durante su tiempo cautivo, Luis se hizo amigos de algunos musulmanes y fue bien tratado, intentó pagar su rescate y pedir refuerzos que vengan a rescatarlo pero todo fue inútil. Los musulmanes sólo pidieron a cambio el retiro de tropas de Damieta, el retiro inmediato de todos los cristianos de Egipto, y la entrega de todas las tierras francesas en Siria, este último término fue totalmente eliminado, pues se argumentó que eran tierras del hijo de Federico. En Damieta, en medio del retiro, la reina da a luz al hijo del rey llamado Juan Tristán, todos ponían marcha rumbo a Europa desesperados, justo cuando llegó la noticia de la rendición.
Los musulmanes también tuvieron sus propios problemas  y Turah Shah es reemplazado por Aibek, un mameluco que se convirtió en el nuevo sultán, al mismo tiempo que la rivalidad entre Siria y Egipto se acrecentaba de nuevo. El rescate final del rey llegó en mayo de 1250, quién marchó rumbo a Acre con 12 mil de sus soldados sobrevivientes.

Allí pasarían los cuatro años siguiente, lamentándose de no haber recuperado Jerusalén para los cristianos, sólo se dedicaron a colaborar como guardianes, fortificar fortalezas y mantener una relativa paz, ya que en juegos políticos Luis se metió un par de veces y fue una especie de mediador y oportunista entre Siria y Egipto, aunque al final no entraría en guerra abierta contra ninguno. Quizá Luis permaneció años en tierra santa con el fin de ver si era posible reanudar la guerra contra el Islam pero eso nunca sucedió, pues nunca encontró el terreno propicio. En el año 1254 puso fin a sus aventuras y regresó a Francia, la vida no lo devolvería a tierra santa, aunque nunca la sacó de sus pensamientos ni lo mucho que allí pudo construir.

Escrito por: Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.


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