Revista Comunicación

Ser crítico o dorar la píldora

Publicado el 22 julio 2013 por Davidsoler @dsoler

¿Cuantas veces hemos leído y oído todas esas frases de que te rodees de gente positiva y alegre? Miles. En Facebook, por ejemplo, la gente no para de subir fotos con esas frases tan “buenrrollistas”. Pero muchas personas confunden ser positivo con no aceptar las críticas. Y ahí sí que tenemos un problema.

Hace unos días, y gracias a un colega de Twitter, llegué a una conferencia del TED (al final del post la encontraréis) donde Margaret Heffernan habla de que las personas evitamos el conflicto cuando un buen desacuerdo es fundamental para el progreso. Os recomiendo que la veías. Es muy buena.

Tanto lo que dice la conferencia como lo que voy a reflexionar a continuación aplica a todo tipo de relación comercial/profesional y hasta personal: compañeros de trabajo, subordinados, socios, cliente-proveedor, si eres un emprendedor, si trabajas en un bar o en una multinacional. Estamos hablado de relaciones humanas en el ámbito profesional.

Estoy de acuerdo que “el buen rollo” y la positividad son importantes, o muy importantes, cuando se está emprendiendo o se está en un proyecto del tipo que sea. Eso te puede permitir tener ese empuje y confianza necesarias para no desfallecer y seguir luchando. Pero hay dos cosas que son igualmente importantes:

  1. Tener a alguien que te “ponga las pilas”. Un mentor, un amigo, un jefe, tu socio. No importa quien sea, pero tiene que ser alguien que te dé algo más que palmaditas y te diga lo guapo que eres. Tiene que aportarte información de valor para mejorar tu negocio, para hacer las cosas mejor o para darte consejos sobre cualquier tema. Por eso me gusta tanto trabajar con emprendedores y creo que la figura del mentor es muy necesaria hoy en día (ponedle el nombre que queráis: mentor, asesor externo, consultor… ). Es alguien que ve las cosas un poco desde fuera y no está “intoxicado” por el día a día.
  2. Y, en segundo lugar, contar con alguien que tenga sentido crítico. Es imposible que todo lo hagas bien (siempre). Necesitamos a alguien que nos diga que hacemos mal. Los emprendedores, y todos esos de las frases buen rollistas, nos llaman “corta rollos” pero no es cierto. Están totalmente equivocados. Llevar la contraria y ponerlo todo en duda es un gran ejercicio de mejora. El problema en este papel es que cuando lo ejerces en solitario, porque el resto son unos pelotas de mucho cuidado, y el receptor de la crítica no las acepta con facilidad, acabas con la boca cerrada no sea que al final te tachen de eso, de corta rollos.

El gran problema que tenemos en este país, y en muchos otros, es que a la primera figura o se la considera un coste o, si no se le retribuye, como ocurre en muchas ocasiones, no se le da valor a sus consejos. Y peor aún, jamás, pero jamás, se le reconocen sus méritos ni se le agradece con un simple “gracias”. Os hablo por experiencia propia. Lo más común es que sus consejos nunca sean implementados.

Y con la segunda figura el problema es que nadie está dispuesto a aceptar a un profesional que le lleve la contraria y que le obligue a tener que pensar. Esa figura es “molesta” en cualquier organización, sea del tamaño que sea. Si hablamos de jefes y subordinados es algo que clama al cielo. Es el típico error en la mayoría de organizaciones españolas. El jefe manda y el resto obedece … aunque no estén de acuerdo. Nadie se atreve a discrepar no sea que le quiten la silla.

A mi me da igual que mi jefe, mi cliente o mi coordinador o lo que toque en cada momento sea más joven que yo, sea una mujer o sea un pato. Del mismo modo me da igual que quien esté por debajo de mi sea más inteligente o más experimentado que yo. Lo único que me importa es que haga bien su trabajo y que me motive. Que haya química y trabaje muy a gusto a su lado. Por eso tampoco me importa ser líder para una cosa y número dos para otra. O tres si llega el caso. Pero no me gusta callarme nada. Y me incomodan las organizaciones donde acabo creyendo que soy el corta rollos oficial.

Quiero rodearme de gente que, educadamente, de forma constructiva y por el bien común (esto es muy importante), me diga en qué puedo mejorar y que hago mal. O simplemente me digan que no entienden algo de lo que hago o digo, porque eso me obliga a reflexionar porque lo hago y a hacerme un poco más sabio.

Y lo del bien común. Hay que tener mucho cuidado con ser crítico simplemente porque a ti no te gusta algo. Está bien que lo digas, pero lo importante es el grupo. Ya está claro que las críticas son buenas pero pensando que deben servir para todos. No puedes criticar, ni aceptar una crítica, porque a mi no me encaja tal cosa. Tiene que aportar algo a la comunidad (hablando en términos de negocio no vale decir “a mi el color rojo no me gusta” porque lo importante es si al target le gusta o no el color rojo).

Hablando de cosas relacionadas, la semana pasada estuve en el programa Criterio Joven junto a María Redondo y mantuvimos una muy buena charla sobre emprendedores, formación y liderazgo en la que salieron algunas cosas que aquí he comentado. Os dejo aquí el podcast

Y aquí el vídeo de la conferencia que mencionaba al principio del post.

¡Que tengáis una feliz semana!


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