Revista Opinión

Ser de izquierdas y rico

Publicado el 17 abril 2014 por Elblogderamon @ramoncerda

Ser de izquierdas y rico no tiene por qué ser incompatible, como tampoco debería de utilizarse el patrimonio que tiene una persona para desacreditarlo ante lo que pueda decir. Pero está claro que tener dinero sigue estando muy mal visto en nuestra sociedad, al menos en la actualidad. Tal vez hace una década, si uno se compraba un buen coche era todo un señor; si lo hace ahora es porque ha robado el dinero o se dedica a la droga, o es un empresario sin escrúpulos que pisotea a sus trabajadores. Al menos eso es lo que parece opinar mucha gente a poco que uno ponga atención a las conversaciones en los bares.

#ser de izquierdas y rico

¿Es incompatible ser de izquierdas y rico?

Personalmente creo que nada tiene que ver una cosa con la otra. Ser de izquierdas y rico es tan respetable como ser de derechas y pobre. Es cierto que ha habido mucha gente tradicionalmente de izquierdas que después de un claro aburguesamiento ha cambiado de chaqueta sin demasiado rubor, pero otros no lo han hecho y no me parece bien que se utilicen los datos de su patrimonio para desacreditarlo. ¿Qué sentido tiene?

Es lo que le ha estado pasando al presentador de la sexta, Wyoming. La verdad es que no lo sigo y solo he visto su programa en contadísimas ocasiones, pero el hecho no es si me cae bien o no este señor, o si me parece bien lo que dice o pienso que solo son tonterías de showman. Lo que quiero decir es que me parece poco ético que se le quiera desacreditar por el medio de hacer público su patrimonio, y menos cuando el propio Wyoming nunca ha ocultado ser rico.

Ser de izquierdas y rico. ¿Somos envidiosos y eso nos ciega?

¿No podemos admitir que alguien que haya hecho dinero sea una persona válida?

¿Por qué actualmente asociamos tanto el dinero con la delincuencia? ¿Quizás por tanto político corrupto que tenemos alrededor?

Creo que deberíamos meditarlo.

Ramón Cerdá

 

Ser de izquierdas y rico was last modified: abril 1st, 2014 by Ramón Cerdá

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