Hoy nos planteamos qué supone para un niño ser el segundo hijo y qué implicaciones tiene ocupar este lugar en la familia en cuanto al desarrollo de su personalidad. Y lo hacemos desde la perspectiva de aquellas familias en las que no existen patologías ni otro tipo de trastornos en ninguno de sus hijos. Esta variable debe ser considerada sin duda alguna en caso de existir. En este post no lo hemos contemplado, dejándolo para un artículo específico o en una posterior revisión del mismo.
Porque aunque los padres insistamos una y otra vez en que educamos a nuestros hijos de igual manera y que no entendemos por qué un hijo es tan distinto del otro, la verdad es que la forma de educarles es totalmente distinta, tal y como veremos a lo largo de este post.
Cómo se construye personalidad
En el proceso de construcción de la personalidad influyen muchos factores como son:
- El temperamento. Base genética que se expresa desde el mismo momento en el que nacemos.
- Contexto. En el que se incluyen factores
Sabemos que todos aquellos factores familiares entre los cuales entra la atención, afecto, estímulos y educación recibida en el seno familiar tienen un peso muy importante en la construcción de la personalidad de nuestros hijos. Esto explica por qué dos niños educados bajo el mismo techo y con igual estilo parental tengan distintas formas de ser y comportarse.
¿Qué supone para un niño ser el segundo hijo?
En primer lugar vamos a revisar qué es lo que supone para un niño ser el segundo hijo, porque ciertamente las circunstancias en las que éste llega no son las mismas que para el primero por mucho que deseemos ofrecerle exactamente lo mismo a uno que al otro. Y estas variables contextuales tiene un peso muy importante en el desarrollo de la personalidad de nuestros hijos e hijas.
Para el segundo hijo (entiéndase hija también) supone llegar a una familia en la que muchas cosas son distintas que cuando llegó el hermano mayor, empezando por los mismos padres. Veámoslo con detalle estos factores que inciden en la construcción de la personalidad.
Los padres y el segundo hijo
- Se encontrará a unos padres más experimentados y con menos miedos.
- Unos padres que sabrán más y comprenderán mejor algunos comportamientos que con el primero no entendían o no sabían cómo actuar. Por ejemplo, con los llantos a media noche o las rabietas de los dos años
- Por tanto, la actitud con la que se le atenderá y educará será, probablemente, más relajada y menos angustiada.
- También es cierto que con el segundo hijo los padres estamos más cansados y disponemos de menor tiempo para dedicarles. La atención se divide y priorizamos necesidades.
El hermano mayor
- Ser el segundo supone claramente tener que compartir la atención de mamá, papá y otros familiares con la que requiere su hermano mayor. Y esto aunque implique tener mayor competencia también supone, a la larga, tener un compañero con el que jugar y un modelo a imitar.
- Si bien lo dicho en el anterior punto no implica que los hermanos vayan a llevarse siempre bien. Por supuesto van a aparecer conflictos, , rivalidades, ... En definitiva va a suponer para ambos adquirir aprendizajes para la vida que se adquieren de modos distintos siendo hijo único.
- A través de las relaciones que se establecen con el hermano mayor se desarrollan tempranamente a compartir, ceder, perder, negociar, ... habilidades sociales esenciales para vivir en sociedad.
Recomiendo el siguiente álbum ilustrado para hablar:
- "Tú y yo, hermanos", Combel editorial. Reseña del álbum ilustrado escrito por Elisenda Roca e ilustrado por Guridi.
Sobre los celos te propongo:
Expectativas, etiquetas y profecías de autocumplimiento
Otras variables que inciden en la configuración de la personalidad de nuestros hijos son las expectativas que tenemos de ellos, las etiquetas que equivocadamente les colocamos y el efecto que generan las profecías de autocumplimiento. Me explico.
Expectativas
Tal y como he mencionado en muchos otros de mis post es preciso que los padres rebajemos las expectativas que nos generamos respecto de la maternidad en general y de nuestros hijos en particular, ya que son las causantes de mucho malestar tanto en padres como en los hijos.
Sobre las expectativas he hablado en este post que te sugiero leer : Evitar el desgaste emocional de padres e hijos.
Es probable que tu primer hijo tuvieras un tipo de expectativas que no tienes con el segundo o quizás todo lo contrario. Sea como sea, la realidad es que las expectativas (altas o bajas) acaban provocando frustraciones innecesarias que podemos evitar totalmente permitiéndonos aceptar mucho mejor a nuestros hijos tal y como son.
Etiquetas
Los padres y madres cometemos frecuentemente este error educativo, el de etiquetar a nuestros hijos de diferentes maneras. Un ejemplo habitual son las frases tipo:
"Fulanito es el responsable de la familia, en cambio Menganito es rebelde y movido"
Los niños entienden que estas características que les colocamos son parte inamovible e invariable de su forma de ser y por tanto no pueden hacer nada por cambiar. De manera que acaban comportándose del modo en el que los etiquetamos.
Profecía de autocumplimiento o efecto pigmalión
Totalmente relacionado con los dos puntos anteriores están las profecías de autocumplimiento. Un tipo de falsas creencias que acaban por condicionar el comportamiento de las personas.
De tal manera que, cuando leemos en un post u oímos que los segundos hijos son más autónomos, independientes o rebeldes nuestro modo de comportarnos con ellos (debido a las expectativas que tenemos y las etiquetas que colocamos en nuestros hijos) se ajustará al modo que esperamos que se comporten. Focalizando nuestra atención y por tanto reforzando en el niño la conducta que esperábamos que realizara, ya sea en cuando a autonomía, rebeldía o desobediencia.
A modo de conclusión, podemos decir que el lugar que un niño ocupa en la familia condiciona la configuración de su personalidad por todas las variables contextuales que hemos mencionado más otras muchas que en este post no podemos alcanzar a describir una por una.