Ser feliz sin recetas

Ser feliz sin recetas

La verdad es que reconozco que es una soberana memez, pero no me puedo resistir a los reportajes, artículos, columnas o noticias que hablan de las recetas para la felicidad. Ayer mismo me vi enganchada por este titular: “Seis claves para ser feliz, según la Universidad de Harvard”. Toma ya, pensé. Hasta las universidades se encargan de este asunto.

Fracaso…blablabla…oportuniblablabla…cosas pequeñas…blablabla…simplificar…blablabla…resilencia, no, carajo con la palabrita…r-e-s-i-l-i-e-n-c-i-a.

Nada. Ningún concepto que no haya leído ya.

Y en ese momento, en mi sofá, tranquila, disfrutando de una tarde de sol, me pregunté: ¿Cuál es tu receta de la felicidad? Y la verdad es que lo tuve bastante claro. A mis 41 castañas solo me salen tres fundamentos esenciales:

1. Vivir donde uno quiere
2. Hacer lo que uno ama
3. Estar rodeada de quien uno quiere

Si al menos cumples una de estas tres premisas, estás en camino. Con dos, uno es más que razonablemente feliz y ya con tres es directamente la gloria.

El único fundamento que añadiría es:

4. Tener la salud que uno necesita

Aunque, claro, este siempre lo damos por supuesto. Mal hecho, señores. No estoy de acuerdo en que hay que vivir como si hoy fuese el último día, entre otras cosas, porque es imposible, pero no olvidemos que somos bichos muy, muy frágiles. Un día te ves luchando por tu salud y llega la pregunta: ¿Qué hago partiéndome el pecho por cosas?

Pensadlo. El resto es simplemente decorado.

Hay quien no estará de acuerdo conmigo. Me dirán que no estoy en el mundo. Me preguntarán si no tengo ambiciones, si no tengo jefes, hipotecas, obligaciones. Y diré a todo que sí, pero, como dicen en la Universidad de Harvard, la alegría se puede aprender con técnica y práctica.

Y a mí me encanta aprender.