La noche del sábado mi teléfono empezó a hacer tonterías, desaparecían los números, se encendía varios segundos después de darle a la tecla correspondiente, creí que lo perdía. Luego resultó ser un problema de software que se solucionó reiniciando. No hace tanto que distingo una cosa de otra, el soft del hardware; esto último es la maquinaria física y el software el programa que la hace funcionar. Dependiendo del aparato de que se trate los problemas de una y otra índole se podrían solucionar, pero habrá un grado de deterioro, obsolescencia o avería que lo harán irrecuperable.
A mí ya sabéis que me encanta compararlo todo, esto que acabo de decir, por ejemplo, con el ser humano en el que el cuerpo sería el hardware mientras que el individuo que lo ocupa el software. Nadie se ofenda por ello si en el fondo esta maquinización de la persona garantizaría cierto grado o expectativa de inmortalidad.
Nuestra alma como un programa susceptible de ser actualizado y trasladado a cualquier otro soporte —vía “wifi” cuando morimos—. El ser humano como una compleja máquina orgánica ¿No os parece que la ciencia va camino de eso y el ser creado—porque todo ello da idea de un ingeniero detrás— camino de emular a su creador tal y como hacemos los hijos con los padres desde que el mundo es mundo?
Me apasiona la tecnología, sobre todo la que obedece a parámetros de progreso y no de enriquecimiento de unos pocos. Ultimamente tengo la sensación de que el objetivo o la meta (no es lo mismo) es emular o sustituir (tampoco lo es) a un Dios creador, aunque sea de una manera inconsciente. Haya o no haya Dios va el ser humano siendo más y más capaz de conocer y controlar el mundo macro y microscópico, las enfermedades, la clonación de animales y hombres… en una carrera sin descanso.
Cuando se consiga, si no reventamos en el proceso, se encenderán las luces, sonará una música celestial, cual si no, una ovación cerrada y los que estén allí en representación de la raza humana sabrán que han superado la prueba. Cual será el premio o el desenlace de todo ello claramente forma parte de otro capítulo pero ¿a que te mueres por saberlo? Tú y yo no somos la versión definitiva pero hemos estado cerca.