Desde que cumplimos los 25 y ya entramos en nuestra etapa adulta, poco a poco vamos desarrollando nuestras aspiraciones, intentamos encontrar un trabajo, para el que nos hemos estado preparando en nuestros años universitarios; con los rasgos de nuestra personalidad ya bien definidos, intentamos alcanzar lo que hemos soñado durante nuestra juventud, estamos llenas de ilusiones y proyectos.
Si los primeros años de la vida adulta, son difíciles para todos, para nosotras son especialmente duros, ya que en nuestra cultura se sigue considerando que es la mujer quien se tiene que responsabilizar de las tareas del hogar y del cuidado de los niños, trabaje o no fuera de casa; se nos exige que compaginemos nuestra vida laboral y nuestra vida familiar, y en algunos casos incluso que elijamos entre nuestra carrera profesional y nuestra familia, así que no no siempre es fácil ser buena madre, buena trabajadora, buena amiga, buena hija, buena hermana, etc.
A partir de los 40, no es extraño que algunas mujeres (especialmente si no trabajan) sientan que se han dedicado por completo a su familia dejando de lado sus propias ilusiones, entonces llega el momento de intentar recuperar el tiempo perdido volviendo a estudiar o reincorporándose al mercado laboral; además a esta edad, las mujeres también experimentan un deterioro físico, culturalmente se nos exige tener un físico estupendo; con lo que si no se asume este deterioro físico como parte de nuestro ciclo vital, podemos tener problemas con nuestra autoestima.
A partir de los 60 llega el momento de echar cuentas con el pasado, pensando en lo que pudo haber sido y nunca fue; aunque por suerte, actualmente la esperanza de vida en nuestro país está bastante alta, así que pasado el momento de la jubilación, nos llega la hora de disfrutar, de dedicarnos 100% a nuestro ocio, y por supuesto a irnos de viaje a Benidorm en octubre.