Cuando fui madre por primera vez creo que hay cosas que no llegué ni a pensar o tener en cuenta. Bastante hacía con sobrellevar la supervivencia del nuevo ser que había llegado a nuestras vidas dispuesto a poner todo patas arriba. Pero creció, con él llegó el colegio y con el colegio un anexo de cosas que ni winzip puede comprimir. Señores hoy vengo dispuesta a hacer terapia de madre descentrada. Abstenerse de leer todo aquel que sienta que educar y criar a sus hijos es coser y cantar.
Me supongo que no soy la única que desde hace unos años cada vez se acuerda más de sus padres. Lo de mirar atrás para corregir los errores y mejorar, está bien pero de ahí querer hacer un mundo nuevo...no sé, lo vintage está de moda ¿no? Pues eso, a veces me dan ganas de volver a los años 80. Donde tu padre puede que se sentara a dialogar contigo pero de ahí a tener que llevar todas las rabietas y momentos de discusión cual ONU, qué quieres que te diga, debo de tener baja resistencia pero "ahora mismo y porque lo digo yo" y pocas discusiones posibles eran mano de santo.
Por no hablar que no recuerdo a mis padres analizando tanto mis juguetes, su aportación a mi juego y lo que supondrían en mi evolución como persona. En fin, que hoy ya puestos confieso que tengo una mega colección de Barbies, que al aitona no le gustaban pero no por ello pienso que la mujer tenga que ser un objeto ni muchos menos. Creo que me regalaban las cosas según mis gustos y sus criterios pero dudo que se partieran la cabeza como yo lo hago a veces. También es cierto que no había instagram jajaja
No recuerdo a mi padre socializando a un nivel pro con los padres de mis compañeros de clase hasta el punto de ir a cenar, de copas o fines de semana todos juntos. ¡Ojo! Que en mi caso como expatriada ha sido un plus para conocer gente nueva, pero claro se nos olvida que eso conlleva una implicación profunda para nuestros hijos hasta el punto de tener que quizás estar con algún compañero al que no le apetece ver en demasía también el fin de semana. No es mi caso, mi hijo le gusta el motrollón de gente cuantos más mejor. Pero a veces tengo la sensación que ser muy asocial en el entorno escolar no cae bien. En fin, que esto mis padres ni se lo planteaban.
Y siguiendo con la vida social, no recuerdo tampoco grandes dispendios a la hora de celebrar fiestas de cumpleaños infantiles y mucho menos me los imagino cerrando o cuadrando agenda según las fiestas infantiles a las cuales yo estuviera invitada. Las fiestas de pijama eran algo de la tele y series americanas e irte a dormir a casa de una amiga era normal, pero solo una y de higos a peras.
Por no hablar del wassap, mi padre nunca tuvo que sufrir la sensación de ese pitido que avisa que acabas de ser integrada en un nuevo grupo de wassap donde todos los que lo integráis sois madre de o padre de. Que aunque no os lo creáis son grupos de una actividad elevada donde se dan datos relevantes o no, por lo tanto puedes silenciártelos pero tomate una tarde entera para ponerte al día. Porque si no, te quedarás sin ver las fotos de tus hijos yendo de excursión, de la aclaración sobre lo solicitado a los padres por parte de la escuela que tu hijo no ha sido capaz de descifrarte y la rabiosa actualidad de la presencia perenne de piojos.
Conticoneso sigo sobreviviendo, he conocido mucha gente maja, me he reído, he discernido con otras tantas y aún me quedan años. Además este verano toca terapia porque en septiembre tendré dos hijos en el cole, no uno y por lo tanto el doble de grupos de wassap, el doble de fiestas y el doble de actividades modernas, de esas que mi padres ni se planteaban. Creo que lo mejor será que desempolve mi caja de barbies y las traiga cuantos antes, las camufle entre mi arcoíris de Grimm y empiece a asimilar, que me ha tocado vivir en otra era de la maternidad. Donde el tiempo va rápido, pero se quiere vivir slow, donde la madera lucha contra el plástico. Donde los piojos siguen siendo todo lo vintage que queremos y donde la tecnología nos persigue cual vampiro chupóptero dispuesto a ayudarnos o ¿no?.