Podemos discrepar de uno de los clanes en los que hemos crecido a la contra o con sabiduría propia. Oponernos sistemáticamente a las directrices de un clan no nos libera de él, sino que nos ata en vez por la obediencia por la rebeldía; mientras estemos obsesionados en atacar al clan estaremos renunciando a vivir liberados de él: ser rebelde no basta para ser libre.