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«Ser vasco, bretón o chino es luchar contra la gran amnesia que viene». Entrevista a Paul Virilo

Publicado el 23 agosto 2012 por Lilik
«Ser vasco, bretón o chino es luchar contra la gran amnesia que viene». Entrevista a Paul Virilo
Filósofo y urbanista, Paul Virilio (París, 1932) es co-autor, junto al fotógrafo y cineasta Raymond Depardon, de la exposición 'Tierra Natal, otro lugar comienza aquí' que inaugura la próxima semana el centro de ocio y cultura AlhóndigaBilbao junto a 'Proyecto tierra'. En una cita concertada a dos pasos de la parisiense Fundación Cartier, donde en noviembre de 2008 se estrenó esta muestra itinerante, el ensayista francés explica los entresijos intelectuales de su trabajo. «Es una instalación que habla del problema del exilio, del éxodo y de la globalización», indica al presentar su reflexión visual sobre el impacto en las nociones de arraigo, desarraigo e identidad del mayor movimiento migratorio en los anales de la Humanidad. «Cerca de mil millones de personas van a desplazarse antes de mediados de siglo: refugiados políticos y climáticos, fenómenos de deslocalización y externalización... Es una movilidad social sin referentes en la historia que puede ser permanente a causa de la globalización», expone. - ¿Es un nuevo nomadismo? - Sí. Porque la instantaneidad de la comunicación y de la interactividad tiende a compensar o reemplazar la inercia del lugar. Hemos entrado en una época de fijación. Nuestras sociedades no se comprenden sin el sedentarismo. Vamos hacia la ultra-ciudad, la ciudad más allá de la ciudad. - Explíquese. - Estamos asistiendo a un cambio de la vida sedentaria. Sedentario es el que en todas partes está en su casa. Con el portátil, el GPS y los ordenadores, la ciudad está en él. En los siglos XIX y XX, la ciudad estaba en su casa a través de la radio y la información. Ahora está sobre él. Es la revolución del llevar. Llevamos la ciudad a cuestas. Los útiles de comunicación hacen que en todas partes estemos en casa: en el ascensor, en el AVE, en el avión... Centros de la globalización - ¿La ciudad también cambia? - Se da un desplazamiento del centro urbano tradicional, donde estaban el ayuntamiento y la plaza de la catedral, a un centro que es un lugar de ruptura entre movimientos: la estación, el puerto y el aeropuerto. Lo que se llama las plataformas multimodales, donde se intercambian los flujos. Son los centros urbanos de la globalización. - ¿El futuro será nómada? - No es nomadismo, es una nueva vida sedentaria. Reinventamos un nuevo tipo de éxodo. El éxodo bíblico era lineal, desde un lugar hasta la tierra prometida. Hoy se está inventando el éxodo en circuito cerrado. En círculo. La cuestión de la identidad, ya sea nacional, política o cultural, se está volviendo híbrida. Es una especie de turismo de la identidad. De hecho, a los turistas yo los pongo en el mismo lado de los refugiados. Con la nube volcánica acabamos de inventar los refugiados turísticos, bloqueados días y días en los aeropuertos. - ¿Quiénes son los nómadas? - El hombre que lleva la ciudad a cuestas no es un nómada. El verdadero nómada es el sin techo. El sedentario vive en un tránsito permanente. Hay que tenerlo en cuenta para desconfiar porque al final está la posibilidad de la exterminación. Detrás de los fenómenos de externalización, deslocalización como se dice ahora,hay una gran amenaza sobre la perennidad de nuestras civilizaciones y culturas. La externalización puede volverse un exterminio por pérdida de la identidad, de la memoria y del saber. - ¿Ese mensaje cobra un significado especial en el País Vasco? - Claro. El interés de esta exposición es que tiene dos caras. Raymond Depardon ofrece la cara del arraigo y la tierra natal, la más primitiva. Por el otro lado está el desarraigo, con la modernidad y la velocidad de los transportes y las telecomunicaciones. La gran amenaza. Es una exposición polémica y paradójica. Presentamos una enorme cuestión histórica. Pasamos del almacén estático de los pueblos sedentarios al almacén dinámico de los pueblos en movimiento permanente. Esto plantea numerosas preguntas sobre la identidad, una enorme interrogación. - Entonces, ¿qué es ser vasco en este mundo en tránsito? - Ser vasco, o bretón como mi madre, plantea la cuestión de la memoria. Somos una memoria, no solamente un presente y un futuro. La aceleración de la información, su inmediatez, ubicuidad e instantaneidad, cuestionan la memoria. Vivimos el instante presente y corremos el riesgo de perder la memoria histórica. Hemos pasado en el siglo XX de la aceleración de la historia a la aceleración de la realidad. La memoria está amenazada. Ser vasco, bretón o chino es luchar contra la gran amnesia que viene, el alzhéimer de las civilizaciones, la pérdida de la historia. La amenaza a la identidad es la amenaza a la memoria del mundo. «No soy catastrofista» - ¿El terrorismo es una respuesta? - El conflicto de civilizaciones es un signo patológico del temor a ser absorbido en una globalización sin pasado, un síntoma de la inquietud a perder la memoria. Es verdad tanto para el islam como para el terrorismo vasco u otros. Hay la aprensión a la pérdida del origen. Pero hoy el gran miedo es ecosistémico, no sólo ecológico. - Precisamente, la exposición fue presentada en Copenhague durante la cumbre de la ONU sobre el cambio climático. ¿En su fracaso tuvo algo que ver el catastrofismo? - Yo no soy catastrofista por hablar de catástrofes. Como no se es pederasta por hablar de pederastia. Lo que ocurre es que la globalización inmediata e instantánea es un acontecimiento singular que merece una inteligencia nueva. No se hará el siglo XXI con las ideas del XIX: Marx, Freud, Darwin. Hay que hacer frente a la globalidad porque es una amenaza totalitaria. - ¿Cómo los totalitarismos del siglo XX? -No. Aquellos eran totalitarismos locales: el fascismo, el nazismo, el estalinismo o el maoísmo. Ahora se trata de un globaritarismo. Tras esa singularidad hay una gran amenaza de una opresión incomparable con la de los tiranos ya conocidos. Es lo que anuncian las técnicas de control de la población, la televigilancia, el chip-subcutáneo desde el nacimiento... - ¿Solución? -Hay que ser 'revelacionario'. No revolucionario. Entramos en la época de la revelación. No en el sentido apocalíptico de fin del mundo. Soy un hombre pleno de esperanza. No creo en el fin de la historia. Pero la singularidad de que se habite el mundo entero, por primera vez instantáneamente, es un acontecimiento revelacionario. Supone una inteligencia nueva. Exige una universidad nueva para un pensamiento nuevo.

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