Ser Vegano En Un Mundo Cruel

Hace 6 meses (aproximadamente) tome la decisión de ser vegana, fue sencillo dejar de comer carne, buscar opciones de higiene personal, encontrar cosméticos aptos para este cambio de vida,  lo difícil, lidiar con las agreciones de este cambio.

Cuando pude ser capaz de mirar la crueldad animal que hay detrás de cada consumo que involucra la tortura y/o conjuntamente la muerte de un animal, mi mente enloqueció; así que, un día desperté y no quise más de lo mismo, elegí hacer en mi un cambio, por que no quería consumir más muerte, por que el sufrimiento de mis consumos me estaba afectando, comencé a sentir una profunda tristeza repentina, sentía que la vida estaba siendo un caos, pero lo real, es que mi forma de vida es lo que era un caos en ese momento de mi vida.

A continuación, junto con mi elección, llego un bombardeo de críticas sobre este cambio repentino, llegaron de todos lados, de personas cercanas, de otras no tan cercanas, de miembros de la familia, etc. Ahora, además de lidiar con mi sencibilización respecto al abuso animal, de notar estrechamente el sufrimiento de los otros, debía también llevar conmigo una señal enorme en mi frente que decía “LOCA VEGANA”, lo escribo en mayúsculas para resaltar como se siente el mirar de muchas personas, cuando llegas a un restaurante y pides algo fuera de lo común, cuando sales con amigos, cuando debes elaborar tus propios alimentos por que sabes que nadie más te tomará en cuenta; es ser constantemente etiquetado por los demás.

Pero entonces pude ver hacia el principio de todo esto, no era por mí, no era una decisión para que alguien más notara o admirará, no era una forma de vivir saludable ni una moda, esto era un acto de amor, a la vida, a los animales a mis convicciones.

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