Cuando decidí ser vegetariano asumí que era una etapa, temporal o no, en la cual debía aprender lo más posible de este tipo de vida para beneficiarme lo más posible. Y aprendí algunas cosas, que hoy decido compartir con vegetarianos y no vegetarianos. Sé que es un tema polémico y por eso quiero decir que yo no soy una autoridad o un experto en la materia, y sólo estoy poniendo en perspectiva mi opinión al respecto.
Como otros experimentos que he hecho, comenzó de golpe. Aunque ya tenía algún tiempo considerándolo, el impulso final me lo dió un documental bastante cruento sobre la realidad del maltrato animal. Pero las razones no fueron sólo éticas, también hubo una razón de bienestar: no tengo vesícula y a mi cuerpo le cuesta un poco más digerir las carnes. Quería usar el vegetarianismo para sentirme mejor.
Consulté a un par de amigos vegetarianos qué debía saber, y sus consejos se resumieron básicamente a “desaprender” la clásica estructura de carne, carbohidratos y ensalada-o-vegetales para cada plato.No me fue difícil hacer la transición. No extrañé en ningún momento “comerme un pedazo de carne”. De hecho, descubrí que el sabor de la carne no era algo que me gustara demasiado. Empecé a recordar cómo mis amigos babeaban cada vez que había una parrillada, y a mi simplemente me daba igual. Comía por razones culturales, no por gusto.
La industria vs la industria
Al principio no me preocupé por nada, pero seguí informándome y leyendo y solo pude llegar a una conclusión: hay una fuerte inversión por las dos industrias para proteger sus productos.
La industria de la carne, que es sin duda de las más grandes del mundo, ignora constantemente los beneficios de una dieta baja en carnes, no solo en el sentido individual, sino en el sentido ético global de nuestros días. Ignorar, por ejemplo, que para hacer 1 kilo de carne se usan los recursos con los que se podría alimentar a una familia grande durante más de un mes, es algo por decir lo menos, inhumano.
No darle crédito a los cientos de estudios que hay sobre la relación directa que existe entre las enfermedades vasculares en la vida adulta, o los problemas hormonales que presentan los adolescentes debido al alto grado de medicamentos a los que se ven sometidos los animales que comemos; o la exageración con el tema de la leche y los problemas con el calcio: consumimos mucha más leche de la que necesitamos.
Por otro lado la industria que se beneficia del vegetarianismo, tampoco advierte de los problemas de salud a los que puede conllevar una dieta vegetariana. Las deficiencias como vegetarianos también pueden ser grandes, especialmente si hablamos del grupo de la Vitamina B. Pero muy pocos vegetarianos hablan sobre los potenciales problemas a largo plazo de una dieta 100% vegetariana. En mi caso tuve deficiencia de globulina (un grupo de proteínas insolubles), a pesar de estar consumiendo (después de varios meses de investigación) varios suplementos para evitar cualquier problema nutricional.
Otro ejemplo, muchas personas adjudican que los hombres que tienen dietas vegetarianas tienden a desarrollar “mamas” (casos muy raros debo acotar). Lo que puede pasar es que el alto consumo de estrógenos en la soya y la poca generación de testosterona (cero carne) conlleve a este tipo de casos raros. Pero cosas parecidas pasan también con los omnívoros, al consumir hormonas a través de la carne.
Más vegetales, menos carne
Durante mi experimento llegué a varias conclusiones, la más importante fue que es vital aumentar el consumo de vegetales, leguminosas, frutas y demás. Además aprendí diferentes y fáciles recetas vegetarianas. Creo que ahora como más sano, a pesar de que en estos momentos consumo carne.
De hecho, está mal pensar que los vegetarianos son más sanos por el simple hecho de serlos: muchos vegetarianos “poco educados” en la cocina pueden comenzar a engordar por el simple hecho de resolver todo con carbohidratos. Cuando probablemente los carbohidratos en exceso sean mucho peores que la misma carne.Otra de las reflexiones es que, los vegetarianos que abogan por convertir a todas las personas casi religiosamente a su estilo de vida -bastante improbable-, tendrían más éxito en la disminución del consumo de carne inspirando a cosas más factibles como los “lunes sin carne” -mucho más probable-.
Los omnívoros por otro lado, sin duda necesitan incrementar la ingesta de frutas y vegetales en su dieta. Las deficiencias en estos casos también son abismales. La recomendación es ampliar la base de elementos que usan para cocinar, usar más granos, más vegetales y cortar la dependencia de las carnes: no se necesitan en cada comida. Si sustituyes un bisteck por un plato de frijoles, tofu, tempeh, etc. tendrás suficientes proteínas para reemplazar ese plato. De hecho, puedes convertir fácilmente la mitad o más de tu dieta a algo vegetariano sin ningún problema.
Por otro lado, para los que quieren asumir el reto de una dieta vegetariana les recomiendo tener un control de sus niveles sanguíneos, especialmente aquellos elementos relativos a la carga proteíca y las deficiencias vitamínicas.
Con ambas dietas se pueden presentar problemas a la salud. Les animo a lograr una dieta lo más equilibrada posible. Y si están pensando hacer la transición a una dieta vegetariana consultar con un profesional, especialmente si se tienen algunas condiciones físicas particulares (diabetes, osteosporosis, tendencias depresivas, bajo apetito sexual, etc.)
Escrito por: Flavio Bastos Amiel. Copyright © 2011-2012 Flavio Bastos Amiel. Con licencia de publicación a cargo del Grupo CHM Para Camino a la Grandeza.com.ve. Todos los Derechos reservados