Fecha del viaje: Abril 2013
Extracto de Mi Diario de Viajes:
El sonido del muecín nos
despierta en mitad de la noche, pero después de descansar un poco más en el
Hostel Khan, con habitaciones de minúsculas camas aunque limpias y baratas, nos
acercamos a la zona turca de la ciudad donde se encuentra el bazar y las
mezquitas.
Optamos por desayunar en el café
Sherezade, un local de gente joven donde toman café y fuman. A pesar del humo,
entramos y desayunamos yogourt de fresones, cerezas y moras, acompañado de un
café turco. Nos lo traen en un recipiente típico. Dentro del azucarero hay dos
delicias turcas.
Las casas son pequeñas conservando los antiguos tejados y donde albergan las tiendas de los comerciantes. Novi Pazar significa “nuevo bazar” y la mayoría de sus habitantes son musulmanes. Es una ciudad fronteriza con Kosovo y Montenegro.
Compramos en una panaderia un pequeño pan relleno de
frutos secos y los panaderos nos dejan entrar para ver como fabrican el pan y otras pastas.
Recorremos el bazar y hacemos algunas fotos de la gente que se
encuentra desayunando, fácilmente posan para nosotros regalándonos
sonrisas.
Hoy visitaremos el Monasterio de
Sopoçani, que se encuentra a unos quince kilómetros de Novi Pazar. Negociamos
el precio con un taxista y salimos en ruta.
El trayecto con el taxista se hace ameno pues nos explica que Serbia considera esta parte del sur como la zona de los turcos, pues al ser musulmanes los tienen discriminados. Ellos no se sienten culpables de de que el Imperio Otomano ocupara esta zona de Serbia en su totalidad hasta principios del siglo XX y que cuando ya pudieron liberarse, ya existía esta influencia turca en el sur. Opina que Serbia se ha quedado relegada y empobrecida, que ha perdido al separarse los demás países.El paisaje por el valle es espléndido, nos acompañan verdes montañas durante un trayecto de unos veinte minutos.
Nos encontramos de repente con este bello edificio, del siglo XIII que fue destruido por los turcos a finaldes del siglo XVII. Más tarde fue restaurando en 1920. El monasterio se encuentra ubicado en lo alto de un montículo. Forma parte del Patrimonio de la Humanidad pues conserva unos maravillosos frescos en muy buen estado.
Después de esperar un buen rato,
entramos en un edificio contiguo donde un pope (sacerdote de la iglesia ortodoxa)
nos trae la llave para poder entrar, pues este se encuentra cerrado. Nos
acompaña a la entrada principal el monasterio y
nos abre la puerta, esperando en la entrada.
Dentro podemos admirar esos
frescos tan bellos y que aun conservan los colores tan vivos como hace más de
ocho siglos. Destaca la Asunción de la Madre de Dios y el retrato
de San Philippus, por su misteriosa mirada
que al contemplarlo parece que te sigue con sus ojos.
Después de poder hacer alguna
fotografía con permiso del pope, damos un pequeño donativo y las gracias en
serbio, por lo que el pope nos responde con un “bye”.