Revista Educación

Serendipia

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Serendipia

katsrcool @ flickr.com (CC BY 2.0)

katsrcool @ flickr.com (CC BY 2.0)

Unas voluntarias y otras inducidas, las dietas me han ido cerrando pasillos en el supermercado. Bueno, las dietas y las circunstancias.

Primero me quité las carnes. No por elevadas razones éticas, sino porque nunca logré aprenderme los nombres de los cortes. Entre falda, aguja y tapa no sabía lo que elegir y me daba vergüenza reconocerlo.

Luego me alejé de los embutidos. Demasiada cola para mi escasa paciencia. Por el mismo camino se fueron los quesos y antes de darme cuenta empecé a ignorar todos los lácteos.

Mastiqué una piedra y me quité las lentejas. Pensé en los delfines y me aparté del atún. Se me murió el perro y abandoné los piensos. La hipertensión acabó con los snacks y la diabetes con las golosinas. La escarcha de la nevera se comió el espacio libre para los congelados.

A mis cuarenta y muchos soy un tipo sano, equilibrado, consciente y solidario. Pero mi serendipia renquea, porque la mujer que me gusta orbita en mis pasillos prohibidos. Y así es muy difícil cruzarse con ella.


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