Estarán acostumbrados los lectores y lectoras de este blog a las más variopintas de las historias, reales o ficticias. A mí me va eso de contar ciencia, protestar por los recortes y hablar de mis viajes. Aunque, en realidad, hablo de las anécdotas de mis viajes. Y esta es una de ellas.
Llegamos a la playa y enseguida me llamó la atención algo que no vi el día anterior: manchas moradas distribuidas por la línea de marea, esa que queda marcada cuando baja. Me acerqué a observar y me di cuenta de que estaban rotas: eran caracolas rotas. La playa estaba sembrada de ellas y me pasé un buen rato observándolas porque no entendía que, de un día para otro, hubiesen aparecido, sin más. Y, lo peor, muertas.
Pero había otra cosa que me llamó la atención. Primero vi una especie de gominola transparente suelta. Luego, indagando, vi que estas burbujas gomosas salían de las propias caracolas. En las que estaban secas parecía plástico, pero en las mojadas era blandito y... guardaban aire dentro.
Lo hablé con mi compañera de viaje y me comentó que creía recordar haber visto en algún documental algo parecido: caracolas que flotaban. Pero, ¿cómo lo hacen?
Buscando un poco, he encontrado que estas caracolas moradas son de la familia Janthinidae, y que la evolución las ha llevado a alimentarse de lo que está flotando en la superficie del mar. O sea, que viven en la frontera entre el agua y el aire. Han desarrollado un mecanismo por el que utilizan sus babas de caracol para crear flotadores y vivir del revés (para nosotros, claro) . Les recomiendo que lean este interesante artículo del blog "Vista al mar" donde se hace eco de un artículo científico que analizaba en 2011 los orígenes de este caracol morado tan particular.
Es posible que, durante la noche, hubiese una tormenta o un vendaval que las hiciera "encallar". Y aunque me apenó mucho su desgraciado final, para mí fue todo un descubrimiento.