A la memoria de María Núñez Antúnez
El lunes recibí la novela de una exalumna reciente, Carmen Clara Balmaseda, que ha escrito La crisálida (Salamanca, Editorial Amarante, 2021), de crímenes. Todavía no la he leído; pero siguen emocionándome estos sucesos; noticias que te llegan de las vidas de personas que aprecias, en este caso, con la complicidad de la literatura que alguien —una madre o un profesor de instituto—, en su benéfica tarea, inculcó a su debido tiempo. Hoy me ocupa este libro de poemas de otro exalumno, no tan reciente, Sergio Adillo, que ahora se las da —con razones sobradas— de actor, dramaturgo, investigador y pedagogo. Por su culpa, hay que añadir ahora a su brillante perfil su faceta de poeta, premiado con el XVII Premio César Simón de Poesía de la Universidad de Valencia con su libro La posibilidad de convertir pirañas en peces inofensivos (Valencia, Editorial Denes. Colección de poesía «Calabria», 2020), que es un conjunto de poemas organizado en cuatro trozos y enmarcado por dos textos de clara intención: «Autobiografía» y «Epitafio». En ambos hay su parte de ficción y vuelo lírico, y su parte de verdad. Luego, en las cuatro secciones («Alimañas», «Deseo de ser líquido», «Heridas leves» y «Otras voces») se suceden poemas con una libérrima voluntad de sacar de dentro de todo. Pero ese desembarazo, que combina varias formas y registros, no se aleja de la calidad, de un pulso poético que casi nunca se pierde y de la alusión, velada o no, a lo leído, que es lo que construye casi siempre lo escrito. Hay que saber traerse el recuerdo de las fábulas mitológicas del Barroco a la realidad pastosa y fluvial del camalote del Guadiana, recrear un son cubano que me parece una genialidad, proponer dos soleás sobre soledades que son hallazgos, o evocar a Machado en «Variación» y su «otro milagro de la primavera» para hacerlo rimar con «gasolinera» y que el poema sea verdad, que funcione. De otro que se llama «Falsos amigos» creo que proviene el título del poemario: «instrucciones para convertir pirañas en peces ofensivos», dice el verso en un contexto de comprensión lingüística muy sugerente para la intención de todo un libro. «Agosto en Badajoz» es un poema sobre aquella matanza en la Plaza de Toros en 1936, y «Pax Romana» es uno de esos textos que explican el conjunto y la forma que tiene su autor de entenderse con la escritura. Buen premio para una estupenda ópera prima.