Revista Cultura y Ocio
El tiempo ese juez tan impasible, este mismo domingo ha dado, una vez más, muestra de ello llevándose por delante a Sergio Blanco, la mitad masculina y compañero, y después marido, de Estibaliz Uranga. Y para aquellos nacidos a finales de los cincuenta, banda sonora de nuestra juventud.
Si nos imaginamos recuerdos en forma de fotos, son imágenes llenas de sol, quizás demasiado iluminadas de ilusión y deseos, pero eso es la juventud. Una pareja ligada desde el principio a un grupo musical de jóvenes bilbaínos, Mocedades, una especie de alianza entre dos familias, no los Montesco y los Capuleto, sino los Uranga y los Blanco ( no hay que olvidar a Rafael, hermano de Sergio, y su tremenda voz de bajo), con también una historia de amor de fondo, pero con mejor fortuna. Este grupo es fiel reflejo de esa famosa creencia de que los vascos cada vez que se juntan a cantar, siempre juegan a hacer voces, cada uno por su lado pero logrando un todo coral.
Pensar en Sergio y Estibaliz esquemáticamente, es hacerlo de unas trenzas y un pantalón de esos que llamábamos “de campana”, y de amor, mucho amor, el que daban en cada una de sus actuaciones, y el que clarísimamente se veía entre ellos, sin rozar nunca la ñoñería.
En el caso de este vecino del mundo, su acné juvenil fue mecido por canciones, casi siempre bajo la tutela de un Juan Carlos Calderón siempre en estado de gracia, como “La piel”, “La llamada”, y el eurovisivo “Tu volverás”, cuando España en Eurovisión pintaba más que algo.
Como la mayoría de los artistas de largo recorrido han tenido sus épocas buenas, malas y regulares. Épocas de emular la fábula de la cigarra y la hormiga, que aunque cantaban como la cigarra fueron unos auténticos hormiguitas, que han sabido sobrevivir a los malos tiempos.
Sergio y Estibaliz desde el principio se supieron metamorfosear, primero de Mocedades a Sergio y Estibaliz, aunque en algún momento disfrazados de un delirio llamado “Beans”, y al final, desgraciadamente siempre hay un final, volviendo a sus raíces, pero como ya no eran mozos crearon “El Consorcio”, con parte de otros ex-componentes de Mocedades.
Sergio, Don Sergio Blanco, al margen, si es que se puede, de Estibaliz, en realidad ha sido más un hombre, y sin ser pretenciosos en la descripción, del Renacimiento, con idilios con la Arquitectura (siendo además Ingeniero técnico industrial), Pintura, y sobre todo, siempre, la Escultura, siendo durante más de dos décadas uno de los mejores escultores figurativos, en bronce.
Se nos ha ido, como siempre, de una manera discreta, pero esta vez para siempre aunque para los que tuvimos la suerte de saborear esa manera de cantar le tendremos en nuestro recuerdo con el “Pange Lingua” como banda sonora, un toque sacro para una juventud, la suya, que apostó por todo, pero siempre desde el respeto. El mismo respeto que le tenemos hoy al despedirle, pero nunca olvidarle.
Descanse en paz Sergio Blanco, todo un artista bajo la piel de un buen hombre.*FOTO: DE LA RED