Revista Cultura y Ocio

Sergio del Molino. "La hora violeta". Literatura testimonial.

Publicado el 09 mayo 2018 por Juancarlos53
"A la hora violeta, cuando los ojos y la espalda
se alzan del escritorio, cuando el motor humano espera
como un taxímetro espera palpitando,
yo, Tiresias, aunque ciego, palpitando entre dos vidas,
viejo con arrugados senos de mujer, puedo ver
a la hora violeta, esa hora del atardecer que nos empuja
hacia el hogar y envía del mar a casa al marinero" 
["Tierra baldía" del poeta estadounidense T. S. Eliot (San Luis, Misuri; 26 de septiembre de 1888 - Londres; 4 de enero de 1965)
Sergio Molino. hora violeta
La hora violeta
En una de las últimas secuencias de la cuarta parte de la obra titulada igual que todo el volumen, "La hora violeta", el propio autor del relato testimonial que me propongo reseñar confiesa que la razón por la que puso este título al volumen está en los versos de Eliot con que encabezo el post. Sergio del Molino en esas páginas, entre otras cosas, dice al respecto:
"La hora violeta es un taxi que espera en marcha en la parada, con el motor encendido. La hora violeta, en realidad, no existe más que como lugar de paso, como transición molesta y necesaria. Nadie vive en la hora violeta: la gente huye de ella hacia la vida real, hacia la vida normal." (pág. 186)
El significado concreto de lo que para él es esa hora violeta lo conoceremos en su más amplio sentido  leyendo este relato en el que Del Molino da testimonio de la terrible enfermedad (leucemia mieloide, la más agresiva) que le descubrieron a su hijo Pablo con apenas diez meses, y lo que supuso para el propio niño y para sus padres, Sergio y Cris, sobrellevarla. En definitiva esa hora violeta no fue otra cosa que ese tiempo esperanzado -sí y no, algo más de un año- que los tres miembros de este grupo familiar vivieron luchando y expectantes. La hora violeta, ese lugar de paso, está formado por todo lo que constituye la estructura sanitaria con sus profesionales pero también por los que constituyen el soporte afectivo, tan importante siempre: los familiares, los amigos, los compañeros de planta hospitalaria, etc.
Su autor
Sergio del Molino Molina (Madrid, 16 de agosto de 1979) es un escritor y periodista español. Literariamente, aunque algo antes ya había escrito algunas otras obras ("Malas influencias", libro de relatos; "Soldados en el jardín de la paz", ensayo de corte periodístico; o "No habrá más enemigo", en 2012, su primera novela) se dio a conocer al gran público con "La hora violeta"  en 2013. Desde el principio esta narración tuvo una enorme repercusión obteniendo ese mismo año el Premio Ojo Crítico  así como ganando el XXXV Premio Tigre Juan ex aequo con la novelista Marta Sanz.
Sergio Molino. hora violetaEn 2016 su ensayo "La España vacía" supuso un aldabonazo al escudriñar en él las raíces del desequilibrio campo-ciudad y la afectación que el mismo tiene sobre la España actual. En el terreno narrativo en 2017 vio la luz "La mirada de los peces", novela que trata sobre la vida y muerte de Antonio Aramayona, quien fuera profesor suyo de filosofía.
La principal dedicación profesional de Sergio del Molino es la de articulista y periodista. Habitualmente publica artículos y reportajes en "El Heraldo de Aragón" de la ciudad de Zaragoza donde reside y en diario "El País" de Madrid.
Una novela del dolor
Lo primero que viene a la cabeza de quien lee esta obra es el género literario al que pertenece. Para movernos con cierta sensación de seguridad los lectores siempre queremos encasillar, clasificar, al producto o al creador dentro de una categoría. Este deseo es comprensible pero no siempre factible, y cuando hay mucha calidad la dificultad aumenta. En el caso de la novela que nos ocupa el testimonio narrativo alterna y se confunde con la reflexión personal, la cual se escapa casi como sin querer hacia terrenos más puramente poéticos.
El crítico literario Ricardo Senabre (⍏2015) la clasificó dentro de lo que él llamaba "literatura del dolor". Sí, podría valer. Pero yo creo que no es del todo correcta la mera inclusión ahí porque en "La hora violeta" Sergio del Molino no sólo lanza un grito de dolor por lo injusto de lo acaecido a su hijo: al tiempo que muestra su congoja, también transmite una sensación de paz, no porque acepte tal injusticia sino porque reconoce que como seres humanos todos -su hijo, él, su pareja, los médicos, las enfermeras, los familiares, los amigos...- hicieron lo humanamente posible por evitar lo inevitable. Y eso da paz aunque no evite el dolor de la pena, esa inmensa pena en la que como confiesa al final aún está instalado:
"Tras esta hora violeta no me espera ningún baile. No quiero ir a ningún lugar en el que no estés tú. Mi pena hace las veces de tu cuerpo. Mi pena te invoca y te reconoce.
Yo soy mi pena y mi pena eres tú" (pág. 191)
Literatura de altísimo nivel
Al acabar de leer este libro testimonial la sensación principal que he tenido es la de haber asistido a una manifestación literaria de gran altura. Aunque estemos ante una obra de no-ficción eso no quiere decir que no sea "La hora violeta" literatura de muchos quilates. Lo es en muchos aspectos y no sólo en los formales.
Temáticamente aún siendo el principal asunto tratado el de la terrible enfermedad de su hijo Pablo y la lucha sin cuartel contra ella, el escritor no se limita sólo a ella sino que a su través salta a otros:
  • La sanidad española representada en las doctoras y personal sanitaria que con inmensa altura profesional y también afectiva atendieron a Pablo. Sergio Molino. hora violeta
  • La solidaridad más pura representada en la Fundación Josep Carreras, por la que de una donante de otro país le cupo a Pablo albergar cierta esperanza;
  • La esperanza y la ayuda desinteresada entre los habitantes del ala hospitalaria de Oncología infantil: los padres, los chicos mayores a los pequeños y a sus padres muchas más asustados los segundos que los primeros, las enfermeras y su conexión y buen hacer con los niños enfermos, etc.
  • Los distintos tipos de colaboradores hospitalarios. Del Molino distingue entre 'provincianos' y 'extranjeros'. Los primeros no rehúyen, como si no existiera, la enfermedad; los segundos, los 'extranjeros' son principalmente religiosos -sobre todo evangélicos- y no saben integrar las bombas, las jeringas... Hacen como que no las ven. Su finalidad es lograr adeptos a su causa, no ayudar.
Naturalmente es el plano formal lo que en esta novela resalta por encima de todo lo demás. Yo destacaría:
  • La descripción y caracterización de algunos de los personajes:
    • Eva, una chica de quince años "que lleva un pañuelo en la cabeza y no soporta el aislamiento. Quiere salir con sus amigos, ligar con chicos, ir a clase, maquillarse, beber cerveza y sentir el cierzo alborotar un pelo que no tiene" (pág. 41)
    • Cris, la madre de Pablo: "Es nuestra guardiana. Al custodiar a Pablo me custodia a mí también. Es el fuego de mi lar. Sin ella, Pablo y yo habríamos sucumbido hace tiempo al frío. Ambos estaríamos podridos y devorados por los buitres" (pág. 104)
  • La utilización de la literatura  como recurso formal
    • Metáforas, para ayudarse en la lucha directa contra la enfermedad, no para engañarse. Al respecto echa mano de Susan Sontag que ya en 1978 dijo que "la enfermedad está llena de metáforas y que el mejor modo de permanecer sano en ella es ignorándolas o destruyéndolas" (pág. 33). Pero al tiempo -reconoce el escritor- sólo la literatura, sus metáforas, pueden explicar lo inefable que tiene el sufrimiento provocado por el cáncer: "Las metáforas, una vez más, nos salvan, aunque no nos engañan. Nos ayudan a adoptar una pose menos miserable, pero no nos resguardan del dolor ni nos acorazan contra la realidad que, impasible, avanza desnuda, sin tropos literarios" (pág. 77).
    • Referencias a autores y títulos porque el escritor, no puede remediarlo, vive en literatura, todo lo que vive lo filtra a través de sus lecturas, de aquellos autores que directa o indirectamente tocaron el tema del horror de la enfermedad como Thomas Mann en "La montaña mágica" ("Esta novela contamina mis primeros días en el hospital. Me siento como Hans Castorp. Todos los libros que llevo a la habitación parecen titularse 'Ocean Steamships' y están cubiertos por una carbonilla de ferrocarril", pag. 35), Edgar Allan Poe en sus cuentos de terror ("como personajes de Poe, catalépticos", dice para describir el estado de los enfermos tras ser tratados con quimioterapia) o, claro, Primo Levi, el autor de 'Si esto es un hombre', cuando quiere hacer un símil de los estragos ocasionados por la enfermedad con esos testimonios de Levi sobre lo ocurrido en los campos nazis. Hay muchos otros autores (Cortázar, Juan Marsé, Francisco Casavella, etc.) así como personajes o libros referenciados (el Pijoaparte de Marsé, el Gran Watusi de Casavella, la Maga de Cortázar, etc.) que le sirven para metaforizar y realizar símiles que le permitan sobrevivir a experiencia tan dura.
    • "Mortal y Rosa" de Francisco Umbral. Lugar aparte y bien diferenciado merece esta Sergio Molino. hora violetaobra que el escritor vallisoletano escribiera en 1975 describiendo el duelo ante la muerte de su hijo Pincho que enfermó de leucemia a los cinco años de edad. Sergio del Molino  confiesa que su vocación literaria nació con la lectura de este libro de Umbral ("Yo quería ser un escritor como Umbral. Quería mancharme y herirme de muerte en la Literatura, sin importar si la máscara pública tenía un correlato con los libros", pág. 175). Es cierto, conociendo ambos libros, que el género híbrido de novela, ensayo, prosa poética. memorias... que es "La hora violeta" debe mucho a "Mortal y Rosa".

  • La música es otro de los elementos que conforman este relato. Sergio del Molino la utiliza en un doble sentido:
    • terapéuticamente para poder él mismo aguantar y seguir en la brecha luchando junto a su mujer y su hijo.
    • y también como manera de explicar más plásticamente aquello que nos quiere hacer llegar. Sus referencias musicales al respecto son las del rock porque sus orígenes familiares son los que son ("Qué más quisiera yo que haber crecido en una casa con abono familiar para el Auditorio Nacional", pág. 111); por ello escucha a Leño, a Rory Gallagher, a los Rolling Stones, a Johnny Cash...

Enorme emotividad. Envolviéndolo todo, convirtiendo este libro en una joyita, esta la Poesía. Sí, una poesía con mayúscula que emociona cuando la percibimos en frases sueltas ("...y siento la pesadez de la tarde"  ) y sobre todo en aquello que trasciende de la lectura de esta obra en la que el novelista se desnuda ante el lector, se muestra en su más límpida intimidad, se muestra tal cual es
"Una y otra vez ciclo tras ciclo, bolsa tras bolsa, centilitro tras centilitro. Y todo para nada. Toda esa mierda que puede fulminar al más robusto de los seres humanos en pocas horas, no es capaz de detener la puta leucemia" (pág. 85)
La poesía subyacente en el relato actúa sobre la emotividad del lector que en no pocas secuencias llega a estar al borde de las lágrimas. Pero no es  una emoción melodramática, falseada, como la que deriva de un culebrón o de una mala novela del corazón. No, aquí hay realidad y sinceridad pura y dura. La obra nos coloca directamente frente a la dureza de la vida. Si a esto añadimos que quien sufre es el propio hijo de quien la escribe, sabemos que no cabe fingimiento alguno. Muchas secuencias me han emocionado profundamente, pero si hubiera de elegir una como ejemplo elegiría aquella en la que el periodista Sergio del Molino recuerda cómo durante unas Navidades de bastantes años antes a lo que  el jefe de su periódico le encargó un reportaje sobre una niña con leucemia cuyo caso había llegado a los medios porque su madre había hecho a través de televisiones y periódicos un llamamiento público para que alguien le donase médula, único remedio posible a la enfermedad de la niña de cinco años. En la despedida el novelista por animarla le dice:
"Bueno, seguro que todo sale bien, ya verás. Y ella, sin acritud ninguna, concluyó: No, nada se va a solucionar. No hay ninguna solución. Lo pronunció con naturalidad, sin emoción aparente, sin ni siquiera traslucir un destello de resignación dolorosa" (pág. 102)
Para finalizar
De esta novela se desprende un mensaje esencial: la necesidad de diferenciar lo urgente de lo importante. Es la enseñanza que su autor extrae de la terrible enfermedad y de la pena y duelo subsiguientes:
"Prohibido ensimismarse en lo importante. Hay que atender lo urgente". (pág.126)
Y lo urgente es la tarea, el día a día, el camino, el "Keep on moving"; lo importante es lo trascendente, tarea propia de filósofos y poetas que buscan certezas absolutas. Los seres humanos nos debemos a la contingencia diaria, al día a día, a lo que toca hacer... Y cuando llega la enfermedad no cabe instalarse en las certezas, hay que moverse y luchar aunque como la madre de la niña de cinco años en el fondo sepamos que "nada se va a solucionar. No hay ninguna solución". No debemos dejar que lo importante nos paralice, hay que pelear siempre.
Datos del libro
Autor: SERGIO del MOLINO
Título: “La hora violeta”
Nº de páginas: 208 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: Mondadori. Edición: 001 (21 de marzo de 2013)
Lengua: CASTELLANO
ISBN-13: 978-8439727132
Precio:
En papel: 16,50€
Ebook: 6,64€
Sergio Molino. hora violeta

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