Revista Cultura y Ocio
Me gusta mucho que el libro de Fruela se titule Folk, porque Folk es un título que se parece mucho al propio Fruela.
Folk se refiere a la tierra, al terruño, y Fruela escribe con una pierna hundida en el barro y con la cabeza revoloteando por las alturas. Son poemas que yo veo como escaleras llenas de chispazos sobre las que uno avanza saltando, ingrávido - no aptos para epilépticos. Este libro acaricia mis sentidos más refinados, sí, pero también me huele a mina, a grisú, a hierba recién cortada, a arena de la playa, a orbayu, a los aceites de la gran industria y al cucho asturiano. Así es el propio Fruela, que cuando sales por ahí con él de copeteo lo mismo te habla de Vladimir Holan o John Ashbery que de los prejubilados de la mina, esos que dicen en la taberna “esta copa la paga Hunosa, cagonrós”. O de la extraña naturaleza del oso pardo en el imaginario de los paisanos de las montañas, que no conciben a los osos como una multiplicidad de seres sino como uno solo, al que llaman genéricamente “el osu”: "Vino el osu…". O de aquel hombre que se encontró en el bosque a un oso amenazante sobre dos patas y solo supo decir: “¿Vas comeme, hijoputa?”. Fruela siempre anda contando al personal este tipo de anécdotas, porque Fruela, el poeta errante que ha vivido por todas partes, como digo, es muy folk y muy de la Asturias más honda.
Me gusta también que las cubiertas sean rojas, porque este libro huele a veces a neumáticos quemados, y a fallida reconversión industrial -cuando Fruela cuenta que, en la cuenca minera, ese mundo que parece que está a punto de acabarse, durante la huelga general no se mueve ni Dios. Y sobrevuela todo el libro esa pesadumbre que se le achaca a la cuenca, ese cielo de metal, esa desesperanza endémica. Esa melancolía que, no sé si acertadamente, se nos achaca a los asturianos.
Folk suena a música folk, es decir, a la melomanía de Fruela. A mí la primera prueba de esta melomanía me la dio minutos después de conocerlo. Yo había ido a cubrir el festival Cosmopoética que Fruela codirigía en Córdoba junto con Carlos Pardo y Curro Bernier. Al poco de llegar al hotel conocí aquel tipo con pinta de El Joven Isaac Asimov y le hice una breve entrevista en la que me dijo, con sonido de gran titular: “Cosmopoética es, salvando las distancias, el Primavera Sound de la poesía”.
Y Folk, por último, es un término inglés, y yo a Fruela, aparte de que es doctor en traducción, le veo muy anglófilo, muy briti (como le dice su madre), y encima vive en un sitio al norte del norte llamado Hull que, al fin y al cabo, no me imagino muy diferente a Sama de Langreo.
Me parece tan preciso este título como los propios poemas que contiene, y lo identifico tanto con Fruela, que yo le cambiaría el nombre al poeta y pondría en su Documento Nacional de Identidad: Folk Fernández, el poeta volador.
Texto leído por Sergio en la presentación madrileña de Folk (15 de marzo, Tipos Infames).