Revista Cultura y Ocio

Sergio valenzuela: el lenguaje del outsider

Publicado el 13 septiembre 2014 por Daviddedorian
Hablemos de la obra y la figura de Sergio Valenzuela, escritor mejicano...“Ardiendo con más fuegos de los que yo encendí. Evoco la gota azucarada resbalando por tus labios con la indiferencia de un barco que se aleja” De púrpura encendida Quizá el nombre de Sergio Valenzuela no le diga nada a un público lector general, siempre ávido de obras bajo nombre conocido, cuando no consagrado. Para no engañarnos, diremos que el nombre de Sergio Valenzuela tampoco dirá mucho a un gran número de lectores intrépidos consumidores de literatura de buen gusto y al margen. Pero como suele pasar en esto de la literatura, quizá algún día (cuando menos lo esperemos) el nombre de Sergio Valenzuela, escritor y outsider mejicano, resuene en los círculos más exclusivos hasta alzarse para un público cuanto menos amplio.
Sergio Valenzuela es el escritor del lenguaje exuberante. Extraño novelista y poeta, Valenzuela falleció en 2012, a la edad de 70 años, en la tierra donde más arraigo consiguieron sus deslumbrantes textos, en el estado de Sonora, en su México natal, creando allá una tradición literaria que a buen seguro comenzará a dar sus frutos en un futuro próximo dada la calidad de su obra.

Sergio “El Teco” Valenzuela, cuya vida estuvo marcada por su carácter inconformista e indomable, nació en Sonora en 1941 y a muy temprana edad comenzó a viajar por México y Europa. Durante la década de los 60 se afincó en España, país donde publicaría sus primeros trabajos. En 1968 sale a la luz Hierba verde. Evocación a Walt Whitman, un poemario revulsivo que acompañaría en los años sucesivos con un libro de cuentos y su primera novela oficial, De oráculos dispares, publicada en 1975 por la Editorial Planeta de Barcelona, donde Sergio había encontrado un puesto de trabajo que le sirvió, siempre avispado él, para hostigar con sus escritos a la plana mayor de su departamento hasta ver hecho realidad un libro de gran potencia lingüística pero que tristemente pasó desapercibido. En Europa el escritor sonorense recogió un sinfín de influencias que lo llevaron a verter en sus textos posteriores esencias de la mejor literatura de los países donde habita (España, Francia e Italia), dejando atrás las comunes preocupaciones estéticas de los escritores mejicanos de su generación. Cuando ya en los años 80 regresó a México desde Barcelona, Valenzuela emprendió una vida bohemia junto a su nueva mujer y su hija Magali, trotando por diversas zonas del país y subsistiendo felizmente con la actividad de venta ambulante, trabajando para la empresa estatal Liconsa y sin dejar de escribir ni un momento. En 1984 publica en su país natal La putación, un libro de cuentos en la mejor tradición hispanoamericana.  Mientras, como ya había hecho en el viejo continente, continúa con su labor periodística, colaborando con diarios como La tribuna del Yaqui, El Sonorense o El universal. En relación con su etapa de periodista, cuentan sus allegados una de sus anécdotas más hilarantes y adecuadas para describir a la perfección a un escritor que se las gastó de cínico nato. En Roma, siendo corresponsal de El Universal, Valenzuela recibió el encargo de realizar una entrevista al fundador del Opus Dei, el todopoderoso monseñor Escrivá de Balaguer. La entrevista fue tan brillante que recibió un espacio en portada. Pero cuál sería la sorpresa del director del periódico al recibir la llamada de un enviado del Opus recriminándole que dicha entrevista nunca había sido realizada y que Escrivá nunca le concedió esa cita. Ni corto ni perezosos, Valenzuela, al no ver correspondidas sus llamadas para concertar una entrevista seria, decidió hacer un collage de las declaraciones más vistosas del religioso y se defendió alegando que si bien no hubo entrevista lo dicho no era para nada falso, pues había salido de la boca de Escrivá. Le despidieron inmediatamente, pero él ya había calculado los riesgos y no le importó mucho. Con su carácter hiperactivo y extrovertido (“La lana es lo que quiero, con los premios me limpio el culo”), el escritor afianzó lazos con Sonora durante la década de los 90, emprendiendo una frenética actividad para el Instituto Sonorense de Cultura, al que estuvo unido hasta su fallecimiento y desde donde recibió varios premios a su obra. Desde la institución sonorense Sergio Valenzuela llevó a cabo una noble actividad de difusión de la literatura, con programas de lectura, talleres y diversas ferias del libro, como la que en 2010 fue dedicada a su figura en la ciudad de Hermosillo. Por el camino nos dejó obras profusas como Tiempo de soltar palomas (1993), Crónicas de Eva (1996) o De púrpura encendida (“De mi obra me quedo con De púrpura encendida. Es un libro alegre, es un libro que habla de la vida”), junto a su proyecto Son de Agua (Poemas para niños), que en 2003 fue distinguido por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora. El universo narrativo de Valenzuela es ante todo exuberante. Su lenguaje se construye con una sonoridad y musicalidad inusitadas, creando una fluidez que deja al lector suspendido en un limbo extraño y adictivo que se torna difícil de ser desenredado en la pura actividad lectora. Aunque Valenzuela es antes lector que escritor, en sus propias palabras: “Hablarte de una pasión por la literatura sería falso porque mi pasión es la lectura. Yo vivo, sufro, amo los libros, he aprendido mucho con ellos, no te alcanza la vida para leer todos. El libro es una extensión de mi cuerpo: son mis brazos, son mis manos, mis dedos siempre están sosteniendo un libro. ¿Por qué no sostengo otra cosa? Me veo siempre con un libro, y no me veo siempre frente a una máquina de escribir”Las referencias lingüísticas de su tierra natal son inevitables, pero traspasan cualquier tipo de localismo haciendo del texto una experiencia incluso reconfortante para cualquier lector que no sea latinoamericano. Sergio Valenzuela es ante todo lenguaje, y su relación con el lenguaje ha sido siempre experimental. Un lenguaje nutrido, opulento, a veces excesivo y casi siempre poético, que lo lleva a convertir cualquier párrafo (como buen melómano que fue) en un ritmo musical penetrante y evocador. Su estilo siempre irreverente y crítico, picantón, apasionado y cautivador, hace de la obra de este escritor aún desconocido un verdadero tótem a la palabra, un monumento lingüístico que engancha desde la primera página. Aún hoy, hablando desde España con algunos amigos y grandes lectores mejicanos, se desconoce el nombre y la obra de este outsider de la literatura hispanoamericana incluso en su propio país; un escritor que parece no haber salido todavía del estado de Sonora al que tan vinculado estuvo. Quizá el tiempo, por uno de esos avatares a los que tan acostumbrados nos tiene el mundo de la creación literaria y artística, se comporte justamente y coloque a Sergio Valenzuela en la vitrina de los nuevos revulsivos literarios, reconvirtiendo su figura para el alcance de un público, si no muy amplio, al menos selecto, aunque seguramente a él le vendría al pairo sin la lanade por medio.

Obra publicada:Hierba verde, evocación a Walt Whitman(poesía, Ed. Navarra, España, 1968)Los verdaderos cuentos de una revolución frustrada (relatos, Ed. CLA, Bilbao, 1970)De oráculos dispares(novela, Ed. Planeta, Barcelona, 1975)La putación (relatos, Ed. Siete Plus, México D.F, 1980)Última forma de amar(plaquette, Ed. Siete Plus, México D.F)Tiempo de soltar palomas(cuentos, Instituto Sonorense de Cultura, 1993)Carmen (novela, Instituto Sonorense de Cultura, 1995)Crónicas de Eva (crónicas, Instituto Sonorense de Cultura, 1998)De púrpura encendida(novela, Instituto Sonorense de Cultura, 2004, reedición 2010)La niña de los tomates(novela, ISC, 2007)Siete cuentos para Amapola(relatos, ISC, 2010)Son de agua (poesía para niños, Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora, 2010)Erocidio de Piotr Ilich(novela inédita)Novela como tú (en proceso de creación) © David de Dorian, 2014 Ilustración minimalista

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