Descubrir que son nuestros genes los que determinan la atracción sexual, es la base para entender las reglas de apareamiento entre los dos sexos, pues además de dotarnos de determinadas características físicas, poseen la función de asegurarnos la supervivencia y la capacidad de replicarnos a través de la descendencia. Así sobrevivimos como especie y para esto, la atracción y el sexo, son los mecanismos utilizados por los genes. Y aunque parezca predeterminado, son ellos quienes impulsan nuestros instintos, inclinaciones y deseos sexuales, más allá de nuestros valores.
Ahora bien, los genes no actúan del mismo modo en hombres y en mujeres, pues para perpetuar la especie, cada sexo posee diferente estrategia reproductiva en función de su naturaleza.
Si te fijas, la mayoría de los hombres en realidad no somos selectivos a la hora de copular con las mujeres. Y no se debe a que seamos bestias superficiales e insensibles, para nada. Sencillamente porque el sexo es ventajoso para nuestros genes. Y la razón la encontramos en nuestra estrategia reproductiva. En la antigüedad, si un hombre tenía sexo con muchas mujeres y las preñaba, aseguraba descendencia, habiendo trasladado toda su herencia genética y cumpliendo con su función reproductora como mecanismo de preservación de la especie humana. De ahí que el hombre posea la capacidad, a través de los millones de espermatozoides producidos en sus testículos de engendrar miles de descendientes en su vida. Sin embargo, como existía la fuerte creencia de que las mujeres jóvenes, con caderas anchas, y prominentes mamas eran las más fértiles y daban hijos más saludables, el varón buscaba preferentemente a aquellas que poseían tales atributos. Por eso a los hombres nos atrae casi todo tipo de mujeres, y no lo pensaríamos mucho para copular con ellas, pero siempre tendremos preferencias por aquellas más hermosas y jóvenes
A diferencia del hombre, la mujer en teoría, solo puede procrear una vez al año. Esto significa que en toda su vida las oportunidades de dejar descendencia son pequeñas, además, sufren los cambios naturales de un embarazo al cual deben hacer frente. Por ello, inconscientemente, tienden a ser más cuidadosas a la hora de escoger a sus parejas sexuales. ¿Por qué? La respuesta la hallamos en la antigüedad. Ellas necesitaban un hombre con buenos genes, de quien se pensaban eran altos y con músculos bien desarrollados, lo suficientemente fuertes para cazar y traer alimentos y para protegerla a ella y a las crías de peligros externos procedentes de animales salvajes y tribus enemigas, y que además estuviese dispuesto a proporcionar esa protección. De ahí, que generalmente, deseaban aparearse con los líderes de su grupo. Es exactamente lo mismo que observamos en el reino animal. Aquel macho alfa que controla territorio y protege a la manada es el que consigue aparearse con las mejores hembras de su especie.
Hoy la humanidad ha alcanzado la civilización y demasiado conocimiento. Ya sabemos que la fertilidad no depende de demasiada juventud, ni de la anchura de unas caderas. Las mujeres trabajan, son independientes e incluso hasta algunas han alcanzado cargos públicos, además, también sabemos que podemos copular sin el riesgo de un hijo porque existen los condones y otros métodos de prevención de embarazos. Pero los genes no se han enterado, porque después de quedar establecidos durante millones de años no han podido evolucionar a un ritmo tan acelerado.
Por ello los hombres seguimos sintiendo atracción por la mayoría de las mujeres, pero principalmente y de un modo más evidente por aquellas saludables, jóvenes y voluptuosas. Las mujeres continúan atraídas por los hombres alfa, que hoy no necesariamente tienen que ser físicamente los más fuertes, pues las condiciones de vida de la humanidad han cambiado, sino también esos varones con poder, fama y status social.
Todo esto se trata de un concepto ligado a nuestros genes, llamado Valor de Supervivencia Replicable, que es la capacidad de los hombres de dar protección y asistencia. Y en el caso de las mujeres está relacionado a su belleza y juventud que le permite despertar deseos sexuales profundos en nosotros. Traduciendo: nuestro VSR no es más que nuestro valor sexual.
Podrás escuchar a muchas mujeres decir que desean un hombre bueno, y después esas mismas rechazan a buenos hombres a favor de hombres no tan buenos. Verás hombres abusivos con mujeres hermosas que siguen enamoradas de ellos con total sumisión, mientras existen hombres correctos que tienen dificultades para mantener a una mujer atraída. ¿Por qué? Porque la atracción sexual ocurre a un nivel emocional, impulsada por los genes. De la misma manera que hombres abandonan a sus buenas esposas de años por otras nada buenas pero sí más jóvenes.
Todo esto quiere decir que a las mujeres también les encanta el sexo e incluso, los disfrutan más que nosotros, solo que ellas, por estrategia reproductiva lo preferirán en el contexto de una relación, sin embargo, como las condiciones de la humanidad han cambiado, y comprenden que ya no afrontan los peligros de antaño, también copularán sin compromisos con cualquier hombre al que perciban con un Valor sexual igual o superior al suyo. No lo harán con el debilucho aquel por más buenos sentimientos que tenga ni por más romántico que sea. Con ese solo lo harán las mujeres de menos VSR en el mercado sexual.
Es tu tarea aumentar tu Valor de Supervivencia y Replicación, o más claro, tu valor sexual, y la buena noticia es que puedes hacerlo sin tener que dejar de ser un buen hombre.
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