Sí, es que voy yo, es un poner, a ver Homeland así, por lo legal, y me encuentro con que en Netflix tienen solo las tres primeras temporadas. Y estamos ya en la quinta. Y, ¿qué quieren ustedes? ¿Que yo me aguante y me espere a ver qué pasa con la loca de Carrie hasta que los de Netflix firmen con Showtime y los planetas se alineen en conjunción con la Osa Mayor? ¿Quieren eso?
BOH.
Así que, claro, no me aguanto ni me espero y utilizando otros conductos sigo con mi ritmo habitual de series, mientras Netflix sigue ahí, en el escritorio, durmiendo el sueño
Y a eso voy, series.
Homeland. Qué intriga, qué nivel, qué desazón. Viva Peter Quinn. No tengo más que añadir, señoría.
Downton Abbey. Ya os hablé el otro día un poquillo. Lágrimas de sangre voy a llorar el día que termine.
The Good Wife. La. Mejor. Serie. Del. Mundo. Y. Punto.
Nashville. Oyoyoyoyoy.
Ahora que me acuerdo, el otro día empecé una serie nueva, The Last Kingdom. Sobre los orígenes de Inglaterra. Con sus vikingos, sus batallas y sus mozos fermosos. Los periódicos brit, que no son PARA NADA exagerados ni se miran PARA NADA NUNCA el ombligo, la venían a comparar con Game of Thrones, así sin despeinarse el peluquín ni perder la flema. Y hombre, no seré yo, no seré, quien venga aquí a contradecir a los brit ni a meterme con sus producción televisiva ni mucho menos con su
Además yo me la creería mejor si el prota pareciera de verdad un sajón del siglo IX y no un integrante de la compañía de Carmen Amaya a punto de lanzarse a taconear una rumba.
Ele, arsa, ole...