Revista Series
En los años 80 tuvo lugar un acontecimiento televisivo que arrasó en las pantallas de todo el mundo. Keneth Johnson presentaba en sociedad una parábola contra el nacismo que nos enseñó que nada es lo que parece y que las buenas intenciones enmascaran, en demasiadas ocasiones, otras no tan benévolas.
V supuso una revolución que hizo despegar el interés de medio mundo por la ciencia ficción en televisión como no había pasado antes, y que no volvió a ocurrir hasta hace cuatro días con Perdidos. Nos hizo acudir cada semana al quiosco para comprar el TeleIndiscreta y hacernos con las cutre-pegatinas que regalaba esta revista, que también vió como su tirada se disparaba y vendía lo que no estaba escrito.
Pero, tras las dos miniseries, llegó la serie regular, y si te he visto, no me acuerdo.
Hoy, tenemos una serie que se llama igual. Y punto.
Su punto de partida es idéntico. Una flota de enormes naves extraterrestres llega a la Tierra y su líder, una mujer con poder, se identifica como su líder y asegura venir en paz y estar dispuesta a compartir toda su tecnología con todos nosotros. Hasta ahí, todo correcto.
Se me puede achacar estar demasiado pegado a la miniserie original, y tener en mente toda la parafernalia nazi que rodeaba a aquellos primitivos lagartos con piel humana. Alguien puede decir que me detengo a pensar que la revolución en aquellos tiempos la comenzaron unos ancianos que utilizaban la V de Victoria, que tanto se utilizó durante la II Guerra Mundial, y que el exterminio de la raza humana tenía mucho que ver con La Solución Final de aquellos descerebrados.
Y es que todo lo que tenía que ver con V era eso, una fábula con una gran parte de Historia en ella.
La nueva versión se ha cargado todo eso.
Los nuevos malos son los entrajados, los ejecutivos y banqueros, los que van de manicura e impecáblemente vestidos. No hay militares, porque la nueva conquista es la de la confianza, la de la economía y la manipulación mediática.
El problema es que esta serie no tiene ni un sólo personaje carismático.
Diana se hacía odiar. Era temible, encantadora pero mortal.
Ana es un figurín que no tiene ni la mitad de empuje que su predecesora, ni el carisma necesario para montar semejante despropósito de conquista. Sí, es terriblemente mala y manipuladora, hasta el límite de hacer cosas terribles a niños indefensos y sacrificar a su propia hija si es menester. Pero lo hace sin dar un ápice de miedo ni de provocar rechazo. Es artificial, engañosa.Y para compensar, han tenido que meter a Jane Badler, cuyo personaje se llama, atención, Diana, para conseguir que realmente haya alguien terrorífico en el bando visitante.
En cuanto a los buenos, los terroristas que luchan contra el orden establecido, no hay tampoco un personaje que te haga identificarte con la Quinta Columna.
La líder es lo contrario a una agitadora carismática, el cura de esta versión es tan odiable como cargante, el lagarto traidor no tiene el más mínimo interés y el chico convencido es soso y patético a más no poder.
Cualquier parecido con V es pura coincidencia, cualquier intención de equiparar personajes con los anteriores, está condenado al fracaso más absoluto.
Y, sin embargo, es una de las series que sigo con interés.
¿Por qué?
Porque quizás sea de las pocas series de ciencia ficción que se emiten y que tiene, por sí misma, y sin atreverme a compara, un mínimo de interés actualmente. No le doy más de la segunda temporada (y las audiencias americanas parecen confirmarlo), pero veremos en qué queda todo y para ver comiendo o cenando, es una serie que se deja ver. Pese a esos horribles cromas y a tener la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia metida en la Nave Nodriza.
Un saludin