Florent-Claude Labrouste tiene cuarenta y seis años, detesta su nombre y se medica con Captorix, un antidepresivo que libera serotonina y que tiene tres efectos adversos: náuseas, desaparición de la libido e impotencia.
Su periplo arranca en Almería -con un encuentro en una gasolinera con dos chicas que hubiera acabado de otra manera si protagonizasen una película romántica, o una pornográfica-, sigue por las calles de París y después por Normandía, donde los agricultores están en pie de guerra. Francia se hunde, la Unión Europea se hunde, la vida sin rumbo de Florent-Claude se hunde. El amor es una entelequia. El sexo es una catástrofe. La cultura -ni siquiera Proust o Thomas Mann- no es una tabla de salvación.
Florent-Claude descubre unos escabrosos vídeos pornográficos en los que aparece su novia japonesa, deja el trabajo y se va a vivir a un hotel. Deambula por la ciudad, visita bares, restaurantes y supermercados. Filosofa y despotrica. También repasa sus relaciones amorosas, marcadas siempre por el desastre, en ocasiones cómico y en otras patético (con una danesa que trabajaba en Londres en un bufete de abogados, con una aspirante a actriz que no llegó a triunfar y acabó leyendo textos de Blanchot por la radio...). Se reencuentra con un viejo amigo aristócrata, cuya vida parecía perfecta pero ya no lo es porque su mujer le ha abandonado por un pianista inglés y se ha llevado a sus dos hijas. Y ese amigo le enseña a manejar un fusil...
Nihilista lúcido, Michel Houellebecq construye un personaje y narrador desarraigado, obsesivo y autodestructivo, que escruta su propia vida y el mundo que le rodea con un humor áspero y una virulencia desgarradora. Serotonina demuestra que sigue siendo un cronista despiadado de la decadencia de la sociedad occidental del siglo XXI, un escritor indómito, incómodo y totalmente imprescindible.
Editorial: Anagrama
Nº de páginas: 288
Formato: Tapa blanda / Epub
ISBN: 9788433980229
Año de publicación: 2019
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Sobre el autor: Michel Houellebecq
Impresiones
"Es un comprimido pequeño, blanco, ovalado divisible. Me despierto hacia las cinco o a veces a las seis de la mañana, la necesidad es extrema, es el momento más doloroso del día. Mi primer gesto es poner en marcha la cafetera eléctrica; la víspera he llenado el depósito de agua y de café molido de filtro (por lo general Malongo, con el café sigo siendo bastante exigente). No enciendo un cigarrillo hasta después de haber tomado un primer sorbo; es una obligación que me impongo, un éxito cotidiano que se ha convertido en mi principal fuente de orgullo (debo confesar, sin embargo, que las cafeteras eléctricas van muy rápido). El alivio que me produce la primera bocanada es inmediato, de una virulencia sorprendente".
Así empieza la esperada novela de Michel Houllebecq, el escritor que predijo las protestas de los chalecos amarillos en Francia y que con su prosa nos empuja a ser atrapados por una atmósfera donde la que manda es la soledad.
El protagonista de la historia es Florent-Claude Labrouste, hombre de 46 años, ex empleado en el ministerio de Agricultura, depresivo y obsesionado con sus amores pasados que solo sigue adelante gracias a su salvavidas, un antidepresivo, el Captorix, elaborado con serotonina y que tiene tres efectos adversos: náuseas, impotencia y desaparición de la libido. Este personaje tiene todo lo negativo que el ser humano puede tener, depresivo, negativo por naturaleza, criticón... una joya que a cualquiera nos encantaría tener de vecino.
Estamos ante un libro que se lee con pasión, en cuyo interior encontramos sexo a raudales, suicidios, provocaciones y todo ello con una prosa que resulta tan extraña como adictiva. El autor se mofa de todo y de todos (hay hueco hasta para lanzar una pullita a Franco y otra dedicatoria cariñosa a Holanda) y lo hace de tal manera que no sabes si el objeto de la mofa debería sentirse ofendido o por el contrario se reirá del comentario.
Ensayamos un beso, bueno, nos frotamos las mejillas, pero sin duda aquello era ya excesivo, ella se sentó al instante, abrió su neceser (cuyo contenido cumplía estrictamente las normas impuestas a los equipajes por todas las compañías aéreas) y volvió a empolvarse sin prestar la más mínima atención a la cinta de distribución de equipajes; estaba claro que iba a ser yo el que apechugase con ellas.
Es el primer libro que leo de Michel Houellebecq y debo decir que me ha dejado con ganas de más. Serotonina es un libro que está escrito con gran esmero, con un estilo bien pulido pero que por encima de todo resulta singular. No me queda otro remedio que buscar en la biblioteca su anterior libro Sumisión y ver si estas primeras sensaciones son reales o solo se queda en un sueño.
Si quieres hacerte con un ejemplar puedes hacerlo desde el siguiente enlace: Serotonina (PANORAMA DE NARRATIVAS)