El Ministro del Interior,
Jorge Fernández Díaz, ha estado muy torpe reuniéndose con Rodrigo Rato. De
hecho, tras conocerse su encuentro y ante la falta de explicaciones pedí su
dimisión. Pero las explicaciones han llegado, en forma de comparecencia ante la
comisión de interior del Congreso de los Diputados, y estas me han convencido.
Así lo tengo que decir. Y el Sr. Fernández Díaz, que no es santo de mi
devoción, me ha convencido por varias razones.
Porque el Sr. Rato ha
sido vicepresidente del Gobierno de España y también ha sido gerente del Fondo
Monetario Internacional, con rango de Jefe de Estado; y por Ley, el Gobierno de
nuestro País está obligado a prestarle el servicio de seguridad
correspondiente, como se hace con otras tantas personas que han ocupado estos
cargos. Y Rodrigo Rato solicita una reunión con el Ministro del Interior para
hablar de asuntos relativos a su seguridad veo normal que lo reciba, tal y como
explicó Fernández Díaz. Y es verdad que este encuentro ha sido en la sede del
Ministerio, pasando Rodrigo Rato los controles de seguridad y registros de visitas
correspondientes.
Cosa distinta es que el
Ministro hubiera actuado de otra forma, que podría, diciéndole al Sr. Rato que
si se sentía inseguro procediera a denunciarlo o, simplemente, que hubiera
hablado con un alto funcionario del Ministerio del Interior, por ejemplo. Por
eso, digo que estos del PP parecen nuevos.
Y parecen nuevos porque
la oposición, y en particular el PSOE, no han tardado en utilizar esta
cuestión, politizándola y buscando una rentabilidad en las urnas, pero de una
manera algo cómica.
En primer lugar porque
procedieron a denunciar al Ministro del Interior ante la Fiscalía antes de su
comparecencia, presentando denuncia por prevaricación, omisión del deber de
perseguir delitos y revelación de secretos. Ahí queda eso. Es decir, sin que el
Sr. Fernández Díaz se explicara ellos ya habían denunciado, sin que exista
ningún indicio que pudiera suponer esos delitos. Espero que el Ministro los
denuncie ahora a ellos, que es lo que se merecen.
Además fue penoso ver
como el representante del PSOE en la Comisión de Interior procedía a leer su
interpelación al Ministro, tras las explicaciones de este. Es decir, ya lo
llevaba todo escrito, ya sabía lo que iba a decir, sin tener en cuenta las
razones del representante del Gobierno. Lo que a todas luces denota que se
trataba de un montaje, la típica culebra de verano, como dicen los periodistas…
Además, el portavoz del
PSOE y otros compañeros abandonaron la Comisión antes de que esta finalizara,
pues tenían mucha prisa por coger el avión de vuelta a su lugar de vacaciones.
Penoso.
Revista Política
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