Revista Historia

Serre Ponçon: la sala de baile de las misteriosas señoritas con sombrero

Por Ireneu @ireneuc

Para los que amamos la naturaleza y disfrutamos de nuestro entorno natural, la Tierra es un proveedor incansable de espectáculos de insuperable belleza. Detrás de cada esquina de nuestro planeta podemos tener una pequeña maravilla que, con su observación, nos haga disfrutar de una escena digna de hacer olvidar el duro día a día de nuestras tediosas vidas. Uno de estos pequeños -o no tan pequeños- prodigios naturales los podemos encontrar en Francia, cerca de la frontera italiana, donde unas mujeres misteriosas que visten sombreros tienen una curiosísima sala de baile.

En las cercanías del Lac de Serre-Ponçon, un embalse construido en el cauce del río Durance -afluente del Ródano- en plenos Prealpes provenzales, la naturaleza ha modelado de forma un tanto extraña para el profano los sedimentos que milenios atrás dejaron los glaciares que bajaron por su valle. Estos sedimentos, llamados morrenas ( ver Glaciares pirenaicos, la lenta muerte de nuestros glaciares domésticos ), están formados por una mezcla de arcillas, arenas, gravas y bloques de roca de diferentes medidas y composiciones.

Esta composición, en que materiales blandos se mezclan de forma totalmente heterogénea con materiales muy duros, hace que cuando la superficie de la tierra pierde su cobertura vegetal, la erosión incida fuertemente sobre los sedimentos subyacentes, arrancando los materiales más blandos y dejando los más duros y compactos. Los bloques y piedras más duras, por tanto, hacen más resistencia a la erosión, actuando en no pocas de las veces como auténticos paraguas para con los sedimentos blandos que la soportan, creando una especie de parapeto que impide que las lluvias ataquen directamente las arenas y las arcillas que hay inmediatamente debajo de estos bloques de piedra.

Esta protección inesperada del terreno, hace que el agua circulante ( ver Missoula, un cataclismo hecho riada ) genere torres de tierra de varios metros de alto al abrigo del bloque más grande que, a modo de sombrero aguanta, de forma muchas veces casi imposible, las más duras condiciones climáticas. Estas altas y estilizadas torres, coronadas con una piedra en su ápice es lo que se ha dado a llamar como "chimeneas de hadas" o, más internacionalmente Demoiselles Coiffées (señoritas con sombrero, en francés).

En la zona que estamos hablando, las morrenas alpinas dejaron un substrato idóneo para que la erosión actuase de esa forma, creando diversos parajes a pocos kilómetros de distancia los unos de los otros en que las "señoritas" se muestran en todo su esplendor. En algunos casos, la acumulación de tanta dama con pamela, hace que se produzca lo que se ha dado a llamar como " sala de baile" de las dames coiffées. Sin embargo, estas simpáticas señoritas, y como si fuera fruto de una maldición, sólo pueden permanecer en su sala si están cubiertas, ya que en el momento en que, por una u otra causa, la piedra que les hace de abrigo acaba por caer, la lluvia y el viento borra en muy poco tiempo los blandos materiales que formaban su cuerpo.

Remollon, Théüs, Savines le Lac, Le Sauze, Pontis... son poblaciones de la zona que muestran esta curiosísima e inestable forma de modelado de la superficie terrestre ( ver Columbretes: la ignota joya volcánica de la Isla de las Serpientes ) en cada recodo del camino. Camino que llena de asombro a quien, mirando más allá del paisaje cotidiano, tiene el placer de poder admirar a estas bellas señoritas de sólido sombrero y blando corazón.


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