Revista Cultura y Ocio
Dos novelas, en apariencia muy diferentes, cohabitan en este volumen que fue publicado en el año 2005. Y en ambas se puede constatar el buen hacer literario de su autor, José María López Conesa.La primera se llama Servidor de ustedes y nos acerca hasta las dudas teológicas de don Diego, un humilde sacerdote de provincias que, después de quince años de entrega absoluta, desinteresada y vocacional a sus feligreses, descubre erosionados los cimientos de su fe cristiana por el ácido de la duda. Y aunque continúa realizando su labor de manera puntual se siente desazonado. Bien está, se dice, hacer el bien. Pero si no es capaz de descubrir la fragancia y la luz de Dios empapando esas acciones, ¿qué sentido tiene estarlas ejecutando desde la posición de sacerdote? Para aliviar un poco la amargura que lo corroe decide compartir algunas reflexiones con su amigo de infancia David Campos, que trabaja ahora como abogado y que lo escucha con tanto afecto como tristeza.La segunda obra lleva por título Amores bajo la torre Eiffel y se centra en una temática distinta: el viaje de estudios que protagonizan unos jóvenes y que los llevará por Francia, Austria e Italia. En ese autobús heterogéneo se reúnen unos personajes muy variopintos: dos chicas que están comenzando a vivir la grata experiencia de su homosexualidad, que pretenden gozar sin tapujos hipócritas (Sandra y Silvia); un ingenuo estudiante que procede del ámbito rural y que soporta no pocas chanzas de sus compañeros (Crispín); un conductor divorciado y con bruscos cambios de carácter, que chocará con docentes y chavales (Antonio); una profesora de inglés que no termina de encontrar la felicidad en los brazos de ningún hombre (Gloria)... Todos los incidentes esperables de un viaje de estas características (paseos culturales por museos, alumnos detenidos por pequeños robos, ruidos nocturnos en el hotel, escarceos eróticos de los desenfrenados chicos, retrasos en los horarios) se dan cita en estas páginas, y José María López Conesa sabe contarlos con fluidez y eficacia.Acabado el tomo, el lector comprende que las dos historias, siendo tan disímiles, ofrecen un nexo que las vincula: ambas nos hablan de personas que se buscan a sí mismas, personas que sufren, personas que dan zarpazos para encontrar su sitio en el mundo, personas que anhelan respuestas. Y José María López Conesa, con la plasticidad de su prosa, consigue que todas sus peripecias nos resulten atractivas y convincentes.
Un libro, sin duda, para leer y conservar.