Los comienzos no son fáciles y menos para el Granada C.F. en esta Liga, donde el inicio de cada encuentro parece una penitencia por algún pecado anterior. Como no podía ser de otra manera en el partido del Pizjuan, antes de acomodarnos, ya sentíamos el sabor del gol ajeno, algo a lo que los granadinistas estamos especializándonos a nuestro pesar.
Pero ayer, por esas cosas del destino que siempre juega a favor del débil en los momentos críticos, la fortuna que nos faltó en algún partido - recuerdo el de Anoeta- se alió de manera inesperada para darnos una victoria que vale por dos. No solo en lo deportivo, donde las esquinas rediofónicas y las tertulias futbolísticas, algún día hablaremos de la calidad de los miembros de las mismas, escupían relevo de entrenador con la misma facilidad y malafollá que un aparcamiento en doble fila en la Gran Vía. En lo político, cascarle 2 en casa al Sevilla, no diría yo que es un orgasmo pero algún desagravio se olvida al ver esas caritas tristes.
A veces el menosprecio tiene esas cosas y no nos referimos al maltrato político sevillano a nuestra ciudad, que también. Yo me refiero a los foros de palanganas y sevillistas de pro, donde el trato deportivo hacia lo "granaíno" casi rozaba el insulto y donde el resultado más favorable para el Granada C.F era un 4 a 0 en contra ¿Que Roberto hizo el partido de su vida? Si, como siempre, no querrán estos que juguemos sin portero. ¿Que tenemos suerte? Si, claro: pero la suerte se busca. ¿Que los delanteros del Sevilla fallaron lo que no fallan los infantiles del Vandalia? Pues la verdad que si. Por eso cuando Mikel Rico clavó el izquierdazo en el último minuto lo supe. "Ahora saben, que es la malafollá granaina". Y eso, no tiene precio.

