Óscar Sevilla ha escrito su último capítulo deportivo. El ciclista, a punto de cumplir 34 años, ha dado positivo en la Vuelta a Colombia. El 15 de agosto le fallaron los cálculos de las trampas y un mes y un día después la UCI ha hecho pública la suspensión cautelar del corredor español.
Algunos hablan de corredor venido a menos, de eterna promesa nacional o de corredor mediocre. No podemos calificar como deportista a un tramposo. Es cierto que aún puede agarrarse a la prueba B, un contraanálisis que demuestre su inocencia, pero no es la primera vez que planea sobre Sevilla la sombra del dopaje. Está implicado en la Operación Puerto.
A Óscar Sevilla se le vio entrando el 13 de mayo de 2006 en el apartamento del doctor Eufemiano Fuentes. Hay grabaciones de como acompaña al galeno más famoso del pelotón. Podría no significar nada. El problema es que cuatro bolsas de sangre llevan su nombre en clave y la fecha del día de la extracción: 13 de mayo. Además, el documento 33 intervenido en los registros hace referencia a su persona y se encontró también un calendario en el que se detallaba los días de extracción sanguínea.
No fue suspendido porque el chapuzas Lissavetzky jamás pasó la documentación a los organismos deportivos internacionales. Aunque desde entonces Sevilla no puede correr en equipos Pro Tour y lo tiene que hacer en categoría Continental, algo así como una tercera división del ciclismo.
Ha dado varios tumbos por Colombia, con victorias de medio pelo y ningún reconocimiento. Incluso este año se había recalificado como amater para poder competir en equipos del mismo rango.
Una nueva desilusión para el ciclismo español. Aquél niño que nos hizo soñar ganando el maillot blanco al mejor joven del Tour o quedando segundo en la Vuelta a España defendiendo los colores del desaparecido Kelme de Vicente Belda, sigue con su cara de niño pero hace mucho que perdió la inocencia, seguramente el primer día que dejó a alguien de su confianza clavar una aguja en su brazo para sacarle sangre y hacer trampas. Y el que hace trampas tiene un nombre: tramposo.
De esta manera quien podía haber sido un gran escalador que marcara una época en el mundillo ciclista se ha convertido en una nueva dopada decepción. El 15 de agosto escaló su último puerto con final después del descenso, en la meta situada en la retirada. ¡Qué pena!