Revista Cine
Director: Steven Soderbergh
No quería despedirme de este improvisado y repentino repaso al cine de Soderbergh, que sirvió como especie de bienvenida tras su fugaz receso cinematográfico, sin comentar antes "Sex, Lies, and Videotape", la opera prima que ganó la Palma de Oro en Cannes. ¡Imaginen eso!, ganar el premio máximo del festival de cine más grande e importante del mundo con nada menos que tu primera película... Además, quería volver a verla porque la tenía medio olvidada y quería revivir la experiencia que propone. A todo esto... ¡qué cosas!: así de la nada, de un día para otro, nos vimos siete películas de Steven Soderbergh. Tremendo, ¿no?
Voy a hacer una entrada fácil y descansar en adjetivos.
"Sex, Lies, and Videotape" es una película absolutamente fascinante, hipnótica, sensual, inteligente, compleja y cautivadora, dueña de una potente atmósfera de extrañeza, de seducción, de fragilidad e inconformismo, y de una narración tan precisa, ágil y sobria que los cien minutos, aunque se pasen volando como un respiro, dejan profunda huella en el espectador; tiene un magnetismo arrollador inherente a cada elemento de su ser; propone una experiencia especial y única en su tipo, una experiencia que se te queda grabada a fuego en la retina (aunque luego la tengas medio olvidada); refleja y expresa una honda y exquisita sensibilidad, una mirada aguda y crítica, una cosmovisión inquieta, una mano firme pero gentil; y, no obstante su elegante sencillez, sigue siendo una película completamente inclasificable, imposible de etiquetar, de reducir, de simplificar: película desbordante de sensaciones, ideas, reflexiones. Soderbergh no sólo habla sobre sexualidad, psicología, identidad, roles sociales y relaciones interpersonales, también habla de las múltiples (y, la mayoría del tiempo, irreconciliables) maneras de entender, y vivir y sentir y practicar y respirar, los tópicos mencionados, de puntos de vista no necesariamente malos ni buenos, solamente imperfectos, volubles, dinámicos, estáticos, abiertos o intransigentes, pero irremediablemente sumergidos en la rápida corriente humana que todo se lo lleva. Para ello Soderbergh confía en cuatro personajes maravillosamente construidos y desarrollados, especialmente los femeninos, que, al entrar en contacto, al desatar este enredo de mentiras, pasiones y catarsis, nos pone de frente, de manera frontal y desnuda, con nuestras debilidades y cosas similares, entendiendo que quien sea capaz reconocerlas y aceptarlas podrá, por lo menos, quitar las mentiras de la ecuación y no dejarse atrapar por el puto y banal adoctrinamiento moral-social de la típica sociedad conservadora y capitalista que reduce a las personas a meros reproductores del sistema o vulgares objetos de placer pasajero. O no sé; qué importa qué conclusión pseudo sociológica-filosófica me saque de la manga, total, no soy ningún filósofo, sólo soy un tipo muy enojado y amargado que se relaja y se pone feliz viendo buen cine. Eso sí, esto me trajo a la mente la niña con la que se encuentra el protagonista de Fahrenheit 451 al inicio del libro: todos la toman por rara, casi por enferman mental, ¡pero la chica solamente le preguntaba a la gente, ahogada en un río de frivolidad y deshumanización, por qué no se detenía a pensar y a sentir las cosas! ¿Tan raro es... ser diferente?
Lo cierto, lo único cierto, es que "Sex, Lies, and Videotape" es una verdadera joya cinematográfica, una modesta obra maestra, de la que es imposible resistirse a sus encantos (entre ellos, claro, James Spader).
Imprescindible.
¿Quién es mejor: Orwell, Bradbury o Huxley? ...¡Hey, regresen!, ¡de esta no se me escapan!...