SEXO CONSENSUADO/SI O SI
Las relaciones sexuales de pareja no deberían para nada ser complejas, es un si entre dos, hombre y mujer se ponen de acuerdo para compartir un tiempo en la intimidad. ¿En qué momento esto se convierte en un conflicto?
El coito como tal debe ser un acto de pasión, disfrute y diversión. Ambas personas sentirse relajados. La endorfina que se desata en el cerebro para interpretar el placer apreciado es un nexo compartido entre los amantes y eso lo hace aún más placentero. En algunos casos dependiendo de los participantes existe amor y lazos de unión, pero en otros simplemente es un espacio de tiempo que se pauto para disfrutar de una relación de placer. Indistintamente de cada caso, debe ser consensuado para que en realidad exista satisfacción entre la pareja.
Aunque existan variables en juego tales como: posiciones al estilo kamasutra, lugares poco convencionales, juguetes eróticos, comidas excitantes, recreación de fantasías, entre otras cosas y circunstancias, siempre es imprescindible que exista el acuerdo mutuo en el acto en sí. Tanto el hombre como la mujer llevan en su cerebro un sistema de registro en su memoria para específicamente almacenar el acto sexual como un factor bien sea atenuante o agravante para desarrollar el resto de sus actividades en su diario vivir. Usualmente cada pareja mantienen el recuerdo del acto sexual consensuado para recrearlo de manera intermitente en sus recuerdos que lo empujan a buscar repetirlo y fantasear con mejorar cada encuentro. Y es entonces cuando las personas incrementan el nivel de su pasión y deseo en cada etapa de su relación.
Cuando por el contrario, el sexo suele ser un esfuerzo por satisfacer a uno de los dos, el que se “sacrifica” se va a convertir en una persona insatisfecha, estresada y tarde o temprano la relación sexual se convertirá en un momento frustrante.
Hay quienes asumen que el acto sexual es una obligación: esposas que se sienten presionadas a “cumplir” con su “deber conyugal”; esposos que en su expresión de “ser un verdadero macho” se auto-obligan a tener sexo con su conyugue para mantener la apariencia de ser ejecutor de su parte del matrimonio. Pero en estos casos hay dos vertientes: 1) La mujer es educada por una sociedad que le crea el misticismo de que sobre ella pesa “la obligación conyugal”, cosa que está muy lejos de ser una obligación es el acto sexual, pues sino dejaría de ser un momento de relación pasional para ser una inmolación o hasta una violación ejecutada con el arma del contrato firmado (matrimonio). 2) El hombre que es educado para creer que sus deseos, pensamientos, sentimientos y momentos circunstanciales deben alineare al “principio machista” de que los hombres no lloran, jamás dicen NO al sexo y si no tienen una erección pues son pusilánimes e inválidos sexuales; cuando en realidad, el ser humano indiferentemente de su género, está sujeto a tener épocas de bajones emocionales, depresión, tristeza, malestar físico, preocupación, y cualesquiera otras circunstancias que lo inhiben de sentir deseo sexual.
Igualmente dichas posiciones surgen entre parejas que no están casados, entre amantes, novios, amigos o como sea que se identifiquen a los participantes de una relación sexual. El coito en sí, es verdaderamente disfrutado cuando existe un acuerdo entre las partes, previamente al acto debe hablarse con claridad, sino se entabla una comunicación efectiva, los problemas no tardaran en surgir y las consecuencias afectaran bien sea a uno o a ambos.
En la actualidad vemos en noticieros que se están aconteciendo delitos sexuales con mayor frecuencia que en épocas pasadas. Podríamos tomar como referencia el delito más habitual últimamente: jóvenes que usan el recurso de dopar con sustancias ilícitas a mujeres jóvenes, para luego entre uno o varios amigos abusar sexualmente de la chica. No faltan la lluvia de opiniones encontradas en la sociedad: hay quienes opinan que la jovencita al salir a centros nocturnos para divertirse está expuesta a que sus amistades procedan a realizar dichos actos sexuales con esas estrategias de dopaje. Otros por el contrario comentan que los hombres que ejecutan esos delitos se ven obligados por las circunstancias provocadoras, y que son las mujeres con sus relajadas maneras de vestir, bailar o actuar que piden a gritos este trato por parte de los hombres.
Y es cuando este tipo de expresiones abstractas van tejiendo la maraña de mentiras que terminan siendo aceptadas como una verdad a ciegas. El sexo o acto sexual consensuado existe cuando las partes manifiestan voluntariamente su deseo de relacionarse íntimamente. Basta ya de querer “tapar el sol con un dedo”, como sociedad estamos permitiendo que se interprete un no como un sí, incluso hay desde hace años oyéndose la frase: cuando una mujer dice un no es en realidad un sí. Y aún más preocupante, padres que educan a sus hijos varones con el lema de interpretar siempre “señales”, como por ejemplo la vestimenta, los gestos, las miradas de las chicas como una invitación entre líneas para tener sexo.
Pero señores: un no es un no, y solo existe un si cuando se conversa al respecto. Para tener una relación sexual, debe haber un SI muy claro y preciso por ambas partes, solo entonces es sexo consensuado, y sucederá un momento especial compartido que podrá arrojar frutos de satisfacción en la pareja. Así sea una relación de una noche, es importante y necesario que exista un acuerdo. De lo contrario estamos hablando de una violación con todas sus letras. Y no violación solo física sino también emocional y psicológica, la que jamás deja de tener consecuencias. Aunque pasen años después de una violación sexual, las victimas siempre mantienen recuerdos que le marcan para toda su vida. Una cosa es que superen ciertos miedos y traumas, pero ese cruel momento permanece marcando pautas en su diario vivir, en algunos casos desarrollan resiliencia, y en otros secuelas para negativamente impedirles volver a tomar el control en el rumbo de sus vidas.
Este tema da mucha tela que cortar, pero el enfoque de este artículo es que reconozcamos la importancia del SI o SI que debe existir entre una pareja a la hora de tener relaciones sexuales. No existen matices grises, o es blanco, o es negro. Es decir, o es un acto voluntario entre las partes participantes (sexo consensuado), o estamos ante un acto involuntario, existiendo una víctima y otra parte está sacando ventaja de aprovecharse de ésta (violación de sus derechos).
Autora: Tania Jiménez