Revista Opinión

Sexo Contra La Pared

Publicado el 12 julio 2019 por Carlosgu82

Llamo con los nudillos a la puerta y, cuando abre, me mira sorprendido.

—¿No me digas que habíamos quedado y se me ha olvidado?

No respondo. Directamente me lanzo a su boca y lo beso. Ni que decir tiene que él, al ver mi efusividad, cierra la puerta. Sin hablar, continúo mi saqueo a su boca mientras siento que sus manos me quitan la chaqueta y, después, desabrochan el pantalón, dejándolo caer al suelo.

Con prisa, saco las piernas de él y aún con los tacones puestos, Fernando me tumba en la cama y murmura mientras yo le desabrocho el botón del vaquero con desesperación:

—¿Qué haces, Judith?

No  respondo.  La  furia  ha  tomado  mi cuerpo  y  necesito  desahogarme  como puedo y necesito. Al verme tan caliente, rápidamente se saca la camiseta por la cabeza y vuelve a besarme. Pero, cuando se separa de mí, murmura:

—Judith… ¿te pasa algo? No quiero que luego tu…

—Fernando… calla y fóllame.

Mi orden tajante lo deja paralizado durante unos instantes, pero el deseo que siente por mí lo hace reaccionar y no pensar en nada más. Sin hablar, se quita los pantalones, los calzoncillos y se queda desnudo con su erecto pene deseoso de poseerme. Respiro con irregularidad mientras el calor sube por todo mi cuerpo y entonces recuerdo algo.

—Dame el bolso.

Sin dudarlo, me lo entrega y, mientras yo saco el vibrador en forma de barra de labios que Eric me regaló y que me pidió que siempre llevara encima, él se pone un preservativo.

—Quítame las bragas.

Mete sus dedos en la tirilla de mis bragas y me las quita con cuidado, cuando de pronto se da cuenta de mi tatuaje y susurra.

—«Pídeme lo que quieras.»

¡Eric! ¡Eric! ¡Eric!

Quedo desnuda de cintura para abajo y murmuro mientras me abro de piernas para él:

—Mírame, por favor.

Atónito, asiente, aún sorprendido por mi tatuaje. Pongo en funcionamiento el vibrador y lo coloco donde sé que me va a dar placer. Instantáneamente mi cuerpo reacciona y jadeo. Cierro los ojos y siento que es Eric quien está frente a mí y no Fernando.

Eric… Eric… Eric…

Paseo con deleite el vibrador por mi clítoris, gimo y cierro las piernas al sentir las descargas de placer. De pronto, unas manos me sacan de mi particular sueño y abro los ojos. Fernando, excitado, se mete entre mis piernas y me penetra. Grito y él resopla. Noto cómo el interior de mi vagina lo succiona y lo oigo gemir.

Estoy tan avivada, tan deseosa de olvidarme de todo, que subo la potencia del vibrador, grito y me encajo totalmente en él. Fernando, al ver aquello, me quita el vibrador de las manos, me agarra por los muslos y saquea mi cuerpo, una y otra vez sin descanso, con embestidas certeras mientras yo me dejo hacer y quiero más. Necesito más. Necesito a Eric.

Pienso en él. En cómo me hace vibrar con sus exigencias, cuando siento que Fernando me rodea la espalda con sus manos y, con un movimiento, me levanta de la cama y me apoya contra la pared. Su boca busca la mía y me besa mientras me aprieta una y otra vez sobre su sexo.

—Judith…

Enloquecida, lo miro, con los ojos llenos de lágrimas. Al ver mi estado, siento que sus penetraciones se detienen.

—No pares, por favor… ahora no.

Retoma su movimiento de caderas. Dentro… fuera… dentro… fuera. Mientras, me siento oprimida contra la pared y consigo lo que necesito. Me entrego a él con furia. Grito el nombre de Eric y, cuando el clímax llega a nosotros, sabemos que lo que yo he ido a buscar acaba de culminar.


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