Sexting

“El diputado asegura que pese al tono de sus mensajes (“Aún no te he visto el culo”, “¿Me dejarías azotarte?”, “¿Cómo me usarías si estuviera ahí contigo?”) nunca se produjo el encuentro. La chica estaba interesada en realidad en conseguir trabajo en la oficina del diputado (así comenzó el contacto entre ambos), aunque según Danczuk fue ella la primera en iniciar el “sexting”, insinuando lo bien que quedaría su vestido blanco… extendido en el suelo del apartamento del diputado“.

No será desde este espacio desde donde se defienda el comportamiento del diputado británico que remitió tales mensajes a una menor de 17 años de edad, pero sí en el que se remarque que el “sexting” se inicia por parte de la muchacha que, en realidad, buscaba un puesto de trabajo. Aunque soy firme defensor de la igualdad entre los sexos, de idéntica remuneración por la misma actividad laboral y tantos otros principios elementales, existe una diferencia sustancial entre hombres y mujeres, y es que el número de favores laborales que se pueden obtener por parte de ellas a través del sexo es significativamente superior al que conseguiríamos los varones. No me quejo. Es una diferencia biológica tan admisible como que las señoras desarrollen menos trabajo en actividades de esfuerzo que ciertos caballeros mejor dotados físicamente; escandalizarse de un hecho y no del otro, sería hipócrita y contribuiría a ensanchar la sima que, a veces, nos separa. La muchacha aprovechó la debilidad del político inglés por las jóvenes y el alcohol y, al menos, obtuvo la notoriedad necesaria como para ser portada de prensa amarilla y solucionar, a buen seguro, sus problemas para encontrar trabajo. Que sea enhorabuena.