Ayer llegamos a la Isla de Mahe. Desde el aeropuerto teníamos servicio gratuito de transporte del Villa Therèse, el apartamento donde estuvimos alojados.
Este se encontraba a tan sólo unos metros de Anse Royale, una playa magnífica al sur de la capital, para empezar nuestro viaje en la isla.
Nos bañamos en la playa pero la corriente era fuerte y las olas nos tumbaban. Un señor nos comentó que estos días atrás había estado lloviendo, por ese motivo estaba el agua tan revuelta pero que en esta época suele hacer buen tiempo.
Habían unas chicas que jugaban con las olas, se bañaban con algo de ropa, exhibiendo de forma recatada sus bonitos cuerpos y su piel morena.
Los niños jugaban en la blanca arena, todo transcurría de forma relajada.
Al fondo de la bahía se encontraba la iglesia del pueblo y algunas embarcaciones.
Compramos pescado para cocinar por la noche. En el pequeño mercado junto a la estación de policía, se exhibía una amplia gama de verduras y frutas, incluso había puestos de comida sabrosa “take away” a precios económicos.
Hoy nos dirigimos a la parada de autobús que ofrece un servicio económico y recorre toda la isla.
Cogimos el número 6 que lleva a Baie Lazare, una de las más hermosas de la isla, pasando por montañas y por Anse Takamaka, una bonita playa que ha dado nombre también al famoso ron local y que anoche probamos pues es delicioso.
Bajamos del autobús y caminando unos minutos enseguida nos quedamos boquiabiertos por la maravillosa bahía que teníamos delante.
Baie Lazare es la típica bahía de arena blanca con aguas de un azul profundo. Nos bañamos y paseamos dejando las mochilas en una palmera, aquí no hay casi nadie, así que aprovechamos el momento para disfrutar de la playa para nosotros solos.