Ernest H. Shackleton soñó toda su vida con viajar a la Antártida y ser el primer explorador en conquistar el Polo Sur. Aunque se preparó durante años y lo intentó en varias ocasiones, hasta el límite de sus fuerzas, nunca lo logró; aun así lo recordamos como uno de los grandes nombres de la edad heroica de la exploración polar.
Shackleton inició su experiencia antártica como tercer oficial de Scott en la "Expedición Discovery"; lideró la "Expedición Nimrod", entre cuyos logros estuvo llegar al punto más meridional jamás pisado por el hombre, quedando a tan sólo 180 km del Polo Sur; y alcanzó definitivamente su fama con la malograda aventura transantártica de la "Expedición Endurance ". "El Polo no vale una vida", quizás esa sea la lección más humana del empeño protagonizado por Shackleton: anteponer la supervivencia, tanto la propia como la de los compañeros, a los sueños, los deseos y las ambiciones personales.
Tras el éxito de Amundsen-Scott: duelo en la Antártida, Javier Cacho nos invita a conocer la singular figura de Ernest Shackleton. Evita para ello la fácil hagiografía, pero da cuenta de la compleja personalidad, con luces y sombras, de este carismático irlandés: estudiante díscolo; aprendiz tenaz: poeta soñador; marino intrépido; explorador incansable; líder prudente; esposo y amante; empresario fracasado; héroe del Imperio.
En Shackleton había algo más que optimismo, entusiasmo o seguridad en su buena estrella: había una energía que podía con todo. En los momentos en que las dificultades parecían insuperables y amenazaban la supervivencia, algo surgía de su interior, una fuerza irresistible que vencía todos los obstáculos. Su ímpetu, que parecía inagotable, y su capacidad de liderazgo contagiaban a sus hombres con la seguridad de que tras él podían lograrlo, o por lo menos debían intentarlo. Con él había nacido una leyenda: la del indomable Shackleton.
Fuente: Web de Javier Cacho.
C. Marco