Es destino obligado visitar la legendaria librería inglesa Shakespeare & Company si viajas a París. Para muchos considerada una de las más bonitas del mundo. Está ubicada en el quinto distrito, frente al río Sena y muy cerca de Notre Dame. Concretamente en el número 37 de la rue de la Bûcherie.
Si paseas entre sus filas de estanterías repletas de libros, nuevos y de segunda mano, es imposible no sucumbir a su embrujo. Tanto es así que, como en mi caso, no te sorprende en absoluto sentarte al lado de una invidente en una de las dos salas de lectura en las que se conserva parte de la biblioteca de Sylvia Beach, fundadora de esta mítica librería.
Efectivamente fue Sylvia Beach quien inauguró, nada menos que en 1919, el establecimiento en la rue de l’Odeón, número 12. Lo regentó hasta que tras la ocupación francesa, durante la II Guerra Mundial, se vio obligada a cerrarlo. Un oficial quiso adquirir el último ejemplar de Finnegans Wake, de James Joyce, que estaba expuesto en el escaparate, pero Sylvia se negó a vendérselo. El hombre la amenazo con volver y desmantelarle la librería. Una vez se hubo ido, Sylvia se ocupó de trasladar todo el contenido (libros y muebles) cuatro plantas más arriba y con una brocha tapó el nombre de la librería. Shakespeare & Co. habría desaparecido cuando volviese el oficial. No obstante, Sylvia fue trasladada a un campo de concentración donde permaneció seis meses antes de regresar a París. Nunca volvió a abrir la librería. Durante esas dos décadas Shakespeare & Co. se convirtió en el mayor centro de cultura anglo-sajona de París. A ella acudían escritores como Scott Fitgerald, James Joyce, Ernest Hemingway, Ford, Samuel Beckett, Djuna Barnes, Natalie Clifford y un largo etcétera.
Sylvia Beach
Fue en 1951, diez años después de su clausura, cuando George Witman, conocido como el Quijote del barrio latino, tras la muerte de Sylvia Beach, cambió el nombre de su librería Le Mistral (convertida también en el centro de la cultura literaria de aquel momento) por Shakespeare & Company. Como sucediera con su antecesora, fueron muchos los escritores que hicieron de ella su casa, especialmente los de la llamada generación beat. Hoy sigue siendo todo un referente.
George Whitman
Pero no es la única librería excepcional de París. Sin mencionar los abundantes pequeños comercios de libros de segunda mano que podemos encontrar por sus calles (a muchos de ellos acudí en busca, sin éxito, de una edición antigua de Les fleurs du mal de Baudelaire), otro maravilloso templo del saber en el que perderse es sin duda la librería canadiense The Abbey Bookshop, ubicada también en el barrio latino desde 1989 (número 29 de la rue de la Parcheminerie). Además de la excelencia del lugar, el propietario es encantador y siempre te invita a café, deferencia que teniendo en cuenta el precio de la excitante bebida en París es todo un verdadero detalle.
Aunque allí, como suponía, tampoco encontré el poemario de Baudelaire, no me pude resistir a comprar un ejemplar, encuadernado con tela, de las novelas completas de Jane Austen. Tal vez, algún día, consiga vencer mi adicción a comprar más libros de los que puedo leer.
Nota: Las imágenes en B/N han sido cedidas por la librería Shakespeare & Co.