Jon Kokura.- Si Shereen hubiese sido asesinada en Ucrania, todos los medios de comunicación estarían hablando de ella.
Pero no.
Shereen era una periodista palestina, asesinada en territorio palestino, ocupado por el ejército terrorista israelí.
Entonces su muerte, a nadie le importa.
Shereen nació en Jerusalén el año 1971, cuando Jerusalén era de Palestina. Y tras 34 años de ocupación israelí, Palestina ya había perdido el 50% de su territorio patrio.
Hoy, 2022, después de 75 años de invasión. A Palestina le queda apenas un 12% de lo que eran sus tierras, sus campos, su mundo.
Y en un mañana próximo y sombrió los israelíes le habrán quitado todo. Ni un viñedo, ni un huerto de olivos, ni un camino, nada será palestino.
La larga política de Israel de ocupación, exterminio, cárcel y expulsión se ha coronado de espinas y sangre.
Con el silencio y complicidad de la ONU, el Parlamento Europeo, los medios de comunicación, Amnistía Internacional y todas las organizaciones de "derechos humanos made in EEUU" habidas y por haber.
Shereen Abu Aqleh, la periodista palestina, corresponsal de Al Jazzera, estaba en la mira del Estado Israelí.
Shereen tenía 51 años y desde los 27 venía cubriendo todas las represiones, asesinatos y masacres de Israel para con el pueblo palestino.
Estaba en la mira de los asesinos, la bala que le quitó la vida fue disparada por un francotirador israelí. Le entró justo debajo del casco que la protegía, detrás de la oreja. "El blanco blando" en el lenguaje de los expertos en asesinar a distancia.
No fue una bala perdida... No.
Fue un crimen intencional y premeditado.
Como lo fue el del inglés Iain John Cook, de 54 años. Que trabajaba organizando un campo de refugiados palestinos y fue asesinado el 22 de noviembre del 2002 por un francotirador israelí en Jenín, el mismo lugar donde mataron a Shereen.
O como los israelíes mataron en La Franja de Gaza, el 2 de mayo del 2003 al documentalista británico James Miller, de 35 años, ganador de cinco premios Emmy.
Alguna vez, en La Franja de Gaza un francotirador israelí mató a cuatro niños palestinos que jugaban a la orilla del mar.
Y las bestias festejaron como bestias.
No les pidan nada, ni una pizca de humanidad... Les gusta quemar niños palestinos con fósforo blanco, que humanidad pueden tener...
El poeta palestino Samih Al Qassim escribió:
"Yo hubiera podido relatar
la historia del ruiseñor asesinado.
Habría podido relatar
la historia...
Si no me hubieran cortado los labios".
Shereen Abu Aqleh era palestina y periodista.
Su nombre, Shereen, en persa significa; dulce, agradable.
Relataba la historia de su pueblo, ocupado y martirizado.
Y la silenciaron de un disparo en la cabeza.
Tomado de Facebook