Sufro tanto con el cuentagotas que es el Sherlock moderno by BBC que este año decidí alejarme. No quise saber, no quise emocionarme, no quise nada. Una pequeña -y tonta- rebeldía porque, era evidente, el 2 de enero ahí estaba yo, cual loca, buscando el capítulo -el ÚNICO capítulo de este año- para verlo. El amor es así.
Que adoro el universo creado por Cumberbatch, Freeman, Gatiss y Moffat sobre Sherlock Holmes no hace falta que os lo diga, ya lo he gritado al viento muchas veces y mi foto en la puerta de la BBC de Londres con cara de 'que entro, eh, que entro y no me sacan de aquí ni los geos' lo atestigua. Pero, por una vez, me voy a poner un poco crítica...
Sí, sí, Janice. Como lo lees.
A ver, por partes. Me encantó la narración ambientada en la época canónica holmesiana. Me encanta -no sé si lo había mencionado antes- el Sherlock de Cumberbatch y el Watson de Freeman. La historia de la novia asesina y fantasmagórica casi me hizo meterme debajo de la cama. O sea, hasta aquí todo correcto y estupendo. Pero.
Sí, que sí, que hay un pero. Y es que no me gusta notar a Moffat tan afectado por los comentarios que se hacen sobre él. Que es un machista, dicen y repiten. Y él va y se marca un final de la historia bastante forzado y muy a propósito para intentar demostrar que no, que no lo es. Me explico y a partir de aquí, destripes por doquier.
La idea de una sociedad secreta formada sólo por mujeres, que se reúnen en la cripta de una vieja iglesia vestidas como nazarenas del Cristo de las Tres Caídas para ir asesinando a sus maridos, que son muy mala gente y las discriminan cantidad, me pareció una ida de olla excesiva. No le reprocho, sólo faltaba, el tono feminista al capítulo ("esta es una guerra que hemos de perder", dice un orondo Mycroft), pero considero que no es necesario forzar tanto la máquina, ir tan lejos en la pretensión de rebatir las críticas. Que un final en el mismo sentido pero más delicado, menos peliculero, hubiera sido más consistente y hubiera otorgado otra entidad a la historia. Que Moffat quiso quedar bien y, al final, lo estropeó porque, casi y que God me perdone, caricaturizó el drama de ser mujer en el siglo XIX. In my opinion.
Y esta es la primera 'crítica' que he emitido en mi vida en contra de MI Amo y Señor, Stephen Moffat. Apuntadlo bien que es algo histórico que lo flipas. Me miro al espejo y no me reconozco. Porque, quede claro, yo no considero que Moffat sea machista. Alguien que ha creado a River Song NO puede ser machista. Y aquí os dejo un artículo que escribí para la Colina hace tiempo por si os interesa entrar más a fondo en el asunto.
Por lo demás, reconozco que no me emocionaron las idas y venidas temporales, pero asumo que fue un modo de representar una característica conocida de Sherlock y que en esta serie había pasado bastante desapercibida. Es un drogadicto. Y no hay más forma de verlo ni de decirlo. Que a Moffat se le suelte el freno y se le vaya la mano, como si estuviera en Doctor Who, es otra historia, pero esto, en concreto, se lo perdono. Yo me dejo llevar y soy tan feliz.
En resumen, el capítulo me encanta. Pero. Pero que no se vuelva a repetir, Stephen del alma mía. Que no se vuelva a repetir.