En una entrevista, Sherpa, de 62 años, ha comparado a la música con la gastronomía, y se ha definido a sí mismo como "buen comedor". "Evidentemente, si eres carnívoro siempre tiendes a eso, y yo soy un carnívoro del rock, pero fui siete años vegetariano, por lo que también me gusta la comida más exótica", ha planteado.
"A lo mejor está sonando un fado y me apetece coger la guitarra y seguirlo. También soy muy coplero y me va el flamenco. ¿Tengo que pedir perdón a los talibanes del rock por eso? No creo. Yo soy un músico que ama la música y que no come todos los días fabada asturiana", ha recalcado.
Esas canciones que llevan a Sherpa en este disco hacia otros caminos son versiones de temas conocidos de Barón Rojo: 'Siempre Estás Allí' en acústico con Jorge Salán, 'Resistiré' en country y en inglés ('Stand Up', que ha quedado, a su juicio, "muy divertida y es una fusión entre Doobie Brothers, música brasileña y country rock"), y 'Nací Pobre' en swing jazz. Junto a ellas, canciones de rock clásico y también con toques más modernos.
"A mis 62 años, cuando mejores canciones me están saliendo es cuando la industria está más moribunda. Hay veces que me da miedo coger la guitarra porque toco dos acordes y me empiezan a surgir ideas. Tengo cientos de buenas ideas para iniciar una canción, y a veces digo bueno, no la grabo, porque se va a quedar ahí. Es una lástima porque no hay salida y la industria está moribunda", ha explicado.
Sherpa, que este lunes firma discos a las 19:00 en la Fnac de Callao (Madrid), es un declarado fan de los Beatles, "un fenómeno de la historia mundial de la música que todavía está por descubrir por los chavales jóvenes", en un mundo actual en el que, según ha subrayado, "hay una incultura musical terrible".
Sherpa y el baterista original de Barón Rojo, Hermes Calabria, abandonaron la formación a finales de los años ochenta, tras una década plagada de éxitos. Veinte años después ambos se reunieron de nuevo a los hermanos Armando y Carlos de Castro para una gira de reunión que les mantuvo ocupados ofreciendo conciertos desde 2009 hasta octubre de 2011, con un recital en el Palacio Vistalegre de Madrid.
Sin embargo, Sherpa no guarda un buen recuerdo de ese período de reunión: "Acabé frustrado, como siempre. Me quedé con ganas de irme cuanto antes mejor, porque se convirtió en una cosa insoportable. Tuvimos que tragar mucho y al final fue una decepción, como siempre, con un montaje ridículo para un regreso que merecía más".
"Me llevé una gran desilusión. Pensaba que se iba a hacer más inteligentemente y algo más digno, pero se pensó en el pan para hoy y hambre para mañana. Podría haber sido el renacer del grupo puntero del rock español, pero fue la sepultura definitiva, y quien no quiera verlo es un necio", ha denunciado, antes de asegurar que en esos conciertos terminaron siendo "un grupo totalmente arrastrado, un diamante que siempre se cae hasta el fondo en un cubo de mierda".
Entrevista publicada originalmente en Europa Press.