Revista Tecnología
Año 1987. Lugar, barrio de San Blas Alto en Alicante capital, en concreto un bar que tenía, además de la aún habitual máquina conocida como "tragaperras", un mueble arcade de color negro con un videojuego que cambiaría mi vida. El ahora clásico "Shinobi" de Sega llegó como un juego más, uno de tantos que se podían ver y disfrutar en los salones recreativos pero pronto demostró que no era solo un programa informático destinado a entretener. Al menos no lo fue para mí porque no solo se convertiría en uno de los juegos que más he jugado a lo largo de todos estos años (y de hecho, continúo haciéndolo) sino que me dio la oportunidad de adentrarme en un mundo totalmente desconocido para mí, un mundo que me hizo quien soy. Estoy seguro de que ni sus propios creadores pudieron jamás imaginar que su obra tendría tal influencia en un niño español de apenas 9 años...
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