El martes 8 se celebra el fin del show que llaman elecciones en USA, que normalmente sirven para que con baja o muy baja participación se vote a quien interesa, pero esta vez las cosas son diferentes bien porque los que en realidad deciden han querido ponerle emoción a la cosa echando mano del show business o porque esta vez se les ha desmadrado el espectáculo.
Si fuese norteamericano votaría sin dudarlo por Hillary Clinton, aunque hubiese preferido a Bernie Sanders. Hace unos años leí el libro “Living History” en el que Hillary Clinton relata su experiencia como primera dama, y me gustó por la forma fría, seria e inteligente en que relataba los hechos, incluidas las referencias a aventuras de su marido con becarias. Trump tiene su oportunidad gracias a ser norteamericano porque en pocos países mínimamente serios del mundo, si es que hay otros, un tipo como él llegaría a candidato a la presidencia. Trump es una buena demostración de que con un gran presupuesto de marketing y algunas dosis de inteligencia se puede convencer a muchos norteamericanos que Hungría es el mayor país de mundo habitado por miles de millones de chinos, aunque al día de hoy ya no son únicos porque en España acaba de ocurrir algo muy parecido y nuestro Trump ha triunfado con un montaje de show business en que han participado la mayoría de los partidos.
A lo largo de la campaña ha sucedido algo que considero muy significativo y que ha pasado desapercibido. WikiLeaks de Julian Assange ha publicado varias informaciones que pretendían ser de impacto en la campaña, unas 4 ó 5 que yo sepa, y curiosamente todas ellas estaban dirigidas a perjudicar a Clinton, ni una sola información negativa se refería a Trump. Curioso ¿verdad?, se supone que WikiLeaks no hace distinciones a la hora de publicar trapos sucios.
En fin, el martes se acaba el show de cada cuatro años y el mundo seguirá siendo el mismo lio desastroso y absurdo de cada día.