El cine de Martin Scorsese está poblado por personalidades obsesivas, casi hasta el extremo de lo patológico. Hombres, la mayoría de las veces, rotos por dentro. Así nos encontramos con una galería de personajes que irían desde el Travis Bickle de Taxi Driver, hasta Teddy Daniels en Shutter Island, pasando -por ejemplo- por los Rupert Pupkin (Robert De Niro) y Jerry Langford (Jerry Lewis) de El rey de la comedia, el enfermero interpretado por Nicholas Cage en Al límite o el Howard Hughes de El aviador.
En ShutterIsland encontramos a dos agentes federales, Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) -afectado por la muerte de su esposa y por su participación en la II Guerra Mundial- y Chuck Aule (Mark Ruffalo), enviados a la isla del título que sirve -al tiempo- de prisión y sanatorio mental. De allí se ha escapado una paciente. Pero poco a poco la investigación se irá complicando cada vez más y más.
Voy a comenzar diciendo unas cuantas cosas arriesgadas.
Esta película parece un híbrido entre el cine de Alfred Hitchcok y de David Lynch. Del primero, por el uso de una investigación policial como excusa (su típico mcguffin) que permita contar la historia de un trauma, como sucedía en Vértigo. En ella nos encontrábamos a un policía (James Stewart) que sufre pánico a las alturas tras la muerte de su compañero.
De otro parte, he mencionado a Lynch porque Scorsese juega con la mente del protagonista, con su percepción de la realidad, con lo que se esconde detrás de lo que parece "normal", aunque en el caso del neoyorkino todo encaja al final. Hay una explicación.
En ese sentido, me ha gustado mucho la puesta en escena. Todo comienza de una manera muy tópica (cigarros, gabardinas, etc), con diálogos que suenan muy artificiales -casi más propio del noir de serie B- y con un ritmo lento, casi irreal. Porque lo que es cierto, es que más allá de su historia, Shutter Island es un ejercicio visual, en el que la historia no me parece tan sorprendente como parece querer serlo con el giro final. De hecho, creo que a lo largo del metraje se van dando pistas de lo que sucede realmente. Y esto es lo mejor de la cinta. El modo en el que no sólo es el protagonista sufre problemas para saber qué es (o no) real, somos nosotros como espectadores los que nos sentidos descolocados.
Diría aún algo más. Me atrevería a ir más lejos y plantear la posibilidad de que haya ciertas referencias al cine de terror oriental, tanto en la historia, como en su estructura.
Aún a pesar de que justo antes de comenzar el tercer acto la película se alarga en exceso, creo que logra su objetivo. Hablar de la fragilidad de la mente humana y de la facilidad con la que nos podemos condenar a vivir en nuestros propios infiernos. Para ello, destaca un reparto está en líneas generales bien. DiCaprio está correcto, Ben Kingsley... eficaz... más sorprendentes me han parecido Mark Ruffalo; las breves apariciones de Patricia Clarkson y Jackie Earle Haley y una isla, convertida en otro personaje más.
Puede que el mayor inconveniente de Shutter Island se encuentre en un segmento medio que se alarga demasiado y que le resta impacto al final -probablemente se beneficie de un segundo visionado-. Pero pese a ello, lo que comienza como una historia policíaca, poco a poco se va transmutando en un cuento de terror gótico, tras el que se esconde el drama y la culpa.