Tenía unas ganas tremendas de leer esta novela y no me ha defraudado en absoluto, pese a ser un tema duro y sobre todo no cerrado de nuestra historia más reciente la autora ha sabido acercarse desde mi punto de vista de una manera bastante aséptica sin tomar demasiado partido, aunque claramente carga las tintas hacia el lado de la posguerra y pone de manifiesto los abusos cometidos por los vencedores sobre los vencidos. Y digo que cargo las tintas en ese episodio porque no es el único que narra.
Acercarse a esta novela supone acercarse al dolor, al que sufrieron en sus propias carnes las personas que pasaron por prisión durante la guerra civil y durante la posguerra. Una novela bien documentada, basada en testimonios reales de personas que estuvieron en prisión y como vivieron su paso por ella, las experiencias allí vividas y el trato recibido por sus carceleras. Pero también es acercarse al Madrid de aquellos días y a su Sierra, a los problemas de convivencia de sus gentes, a sus diferencias sociales y los rechazos que provocaban, a la falta de alimento, al compañerismo, al rechazo, al exilio, a la pérdida del amor y muy al final de la dignidad de las personas, al desdoble de personalidades… Es acercarse a un mundo para mí al menos desconocido y que he descubierto de la mano de Ana Ramírez Cañil.
La autora:
A pesar de ser periodista económica y escribir en algunos diarios que he leído con frecuencia en los últimos años, tengo que confesar que no la conocía. Habitualmente colabora en el programa A vivir que son dos días, de la cadena Ser y en Espejo Publico de antena Tres, y son dos programas que suelo escuchar y ver, y no entiendo como no me había cruzado nunca con esta mujer… Además es columnista de Público, periódico que no tengo el gusto de conocer y escribe de vez en cuando en Vanity Fair.
Ambientación.
Como he dicho anteriormente la novela se desarrolla en los años finales de la guerra civil y en la posguerra. Lleva detrás un trabajo titánico de documentación, y un trabajo de campo nada desdeñable. La mejor forma de escribir sobre esa época es siempre hablando con personas que la han vivido, de sus recuerdos y experiencias, salen a veces historias que merecen ser leídas y como no difundidas.
Ana Ramírez nos lleva a los frentes en la Sierra donde los republicanos, comunistas y marxistas intentaban darle las ultimas bocanadas de aire a la República herida de muerte por el general Franco y sus tropas nacionales. Se vive la angustia por el avance del que consideran su enemigo y no en balde les persigue. Al Madrid anterior a la entrada de las tropas nacionales donde el hambre hace mella, al de la posguerra donde las denuncias y el miedo se yuxtaponen al hambre y al racionamiento y es que en la ciudad se pasaba más hambre que en el campo. También nos pasea por las casas ricas del norte de España y de Sevilla, cuando el asentamiento del régimen otorga privilegios a unos sobre otros. Toca de refilón el tema del estraperlo, y el de aquellas personas que supieron mantenerse en tierras de nadie y aprovecharon la conyuntura a su favor.
Me parece una novela equilibrada porque no pone a ninguno de los bandos en el de favorito, más bien enumera las barbaridades cometidas por ambos, sin que ninguno salga bien librado. Si salvajes fueron unos antes, salvajes fueron los otros después, las experiencias carcelarias no eran plato de buen gusto para quien las probaba. Eso mismo podría aplicarse a los fusilamientos indiscriminados en tapias de cementerio. Ambos pusieron su granito de arena para que esa barbarie fuera descomunal .
Para quienes viven en Madrid y alrededores muchos de los enclaves les resultaran conocidos y eso creo que les hará mucho más atractiva la lectura, si es que por si sola no lo es que lo dudo.
Los protagonistas:
Sobre todo dos, femeninas y antagónicas. Y esto último en muchas vertientes, su ideología política es contrapuesta, una tiene lo que la otra jamás ha conseguido. Las dos son personajes femeninos con fuerza, y con mucha dignidad, pero cada una encauza sus virtudes hacia un lado diferente.
De ambas conocemos sus orígenes y como han evolucionado para encontrarse en la situación actual. Sin embargo ahí creo que es donde la autora ha tomado partido, si no en los hechos que a priori parece presentarlos de forma aséptica, si en los personajes, porque hace que el lector empatice más con Jimena, y al menos en mi caso he llegado a odiar a María Topete.
Jimena es una mujer de campo, con una elegancia y un saber estar innato, bonita, formada y educada con primor, enamora contra todo pronostico a un señorito de Madrid. Son tiempos liberales, el socialismo se ha impuesto reina la República aunque herida de muerte y ambos piensan que serán capaces de reírse de las diferencias de clases y vivir su amor plenamente. Pero se equivocaron. Las reglas estaban fijadas y transgredirlas tiene un precio, quizás demasiado grande para una mujer casi adolescente, fuerte como la roca y transparente como el agua.
Su antagonista María Topete es una mujer nacida en la burguesía alta, hija de un abogado que no le pudo dar a sus hijas una buena dote. También María se enamora de un señorito, este del Norte y es correspondida, pero tampoco puede vencer las férreas normas sociales, pero no son los demás que se lo impiden a priori y eso le llenara de resentimiento y la convertirá en la mujer fría que es. Su experiencia en la cárcel a mano de las rojas la llena de animadversión hacía ellas y les podrá devolver todos los agravios con creces cuando se convierta en carcelera.
En torno a estas dos mujeres toda una serie de personajes secundarios igualmente bien dibujados, que se entrecruzan unos con otros gracias a alguna conexión, como puede ser Ramón Masa cuñado de Jimena que mantiene en contacto con mentiras ambos mundos.
Los personajes masculinos aunque bien dibujados tienen un papel muy secundario, necesario para entender la obra, pero con mucha menos fuerza, salvo Luis Masa pocos tienen carisma y peso. Sin embargo son necesarios y dan un toque a veces de humanidad a tanta crueldad.
Hay otros personajes femeninos que aunque secundarios en cierta forma, son imprescindibles y además existieron realmente como puede ser Trinidad Gallego, que esta dibujado con gran elegancia. Esta es uno de los testimonios que ayudaron a la autora a componer un fresco de la posguerra.
María Topete es un personaje real, que con un poco de documentación puedes aprehender, comprender o incluso odiar más que con la lectura de la novela, porque no entiendo el porque de tanto odio, de tanta hipocresía encubierta. Esta mujer era una verdadera fiera de la propaganda de guerra… sabía como convencer al enemigo y como no, a sus propios compañeros, llegó a tener un poder increíble en la prisión de mujeres de Ventas y en la maternal de la Carrera de San Isidro y las atrocidades que allí se vivieron son épicas.
Jimena sin embargo no existe como tal, si existió una mujer como ella, sin embargo no quiso que su testimonio se usara al pie de la letra, por lo que la autora creo una especie de personaje con el testimonio de una amalgama de mujeres. El resultado creíble, verosímil y sobre todo único.
El estilo.
La autora nos presenta la novela dividida en cuatro partes, que se corresponden con distintos momentos de la historia de España. Las dos primeras partes le sirven para presentarnos a los personajes y ver la historia desde los dos puntos de vista posible. Las dos Españas más tangibles y más palpables que nunca.
En la primera parte la protagonista es Jimena, nos lleva de la mano desde su infancia hasta su adolescencia. Nos revela su carácter decidido, fuerte, seguro, digno. Nos presenta la vida en la sierra, las visicitudes que pasan los rojos para contener al éjercito del general Franco. Como van perdiendo los pocos bastiones que les quedan. Como Luis es obligado a volver a Madrid y Jimena decide marcharse con él. Lo que se encuentra en la ciudad. La ayuda del cuñado, la animadversión de la que será su suegra. La entrada de los nacionales en Madrid supone un duro revés para Jimena que pierde a su amado y poco después da con sus huesos en prisión.
En la segunda parte toma las riendas María Topete, una niña bien, con relaciones en las altas esferas gracias a unos tíos bien posicionados, compartía veranos con los hijos de la reina Victoria Eugenia, una mujer desde niña prepotente que supo demasiado temprano y de mala forma cual era su lugar y desde luego no estaba en la elite, se codearía con ella pero nunca llegaría a asentarse en ese lugar. Una mujer fría que dejo pasar el tren del amor y nunca más encontró un vagón al que subirse. Pasó por la cárcel, sufrió vejaciones y logró salir gracias a un diplomático extranjero que proporcionó protección a la gente rica amparandolos bajo la bandera de su país, María sin pertener a esta clase si estaba muy bien situada y consiguio estar bajo esta estela. Al terminar la guerra con victoria nacional fue nombrada carcelera. Su obsesión: las madres y sus hijos. Su teoría de cómo erradicar el marxismo es como mínimo inhumana y la sufrieron muchas madres en la cárcel.
En la tercera parte confluyen las historias de estas dos mujeres, una en el lado vencedor y la otra en el vencido, un infierno que vivieron miles de mujeres cuyo delito era el estar afiliadas a un partido que había perdido la guerra. En esta parte se cuentan los episodios más crudos, algunos ponen los pelos de punta. La autora aunque no se regodea en las partes más duras, tampoco nos ahorra detalles importantes para que nos podamos hacer una idea por nosotros mismos de la situación de la población carcelaria. Digamos que esta parte sería el nudo de la novela, las dos primeras la presentación.
La cuarta parte es el desenlace… los personajes siguen interactuando, las posiciones de fuerza van cambiando conforme avanza la trama y el final es redondo, digno, y sobre todo el que yo esperaba, y supongo que muchos lectores cuando disfruten de esta obra coincidirán conmigo.
La narración es fluida, con mucho diálogo, a pesar de ser una novela histórica bien documentada y ambientada no se hace pesada, se lee sola y hay bastante acción, es imposible no estar pendiente de estos dos personajes antagónicos. Es imposible no querer saber que pasa con Jimena, con su marido, con todas esas mujeres fuertes que no se arredran ante los insultos, ni ante la falta de tacto de sus carceleras.
No es ningún secreto que me llama la atención esta época de la historia de España, como decía Machado una de las dos Españas ha de helarte el corazón, y como dije en la reseña de El corazón helado, a mi me lo dejaron frío las dos, muy frío, esta es otra visión de aquella época, la ofrecida por mujeres que fueron encarceladas unas veces con motivos y cargos ciertos, otras sin motivos, sin cargos, o simplemente por envidias.
No se si algún día al acercarme a las dos Españas podré obtener un poco del calor que ahora se me niega, no puedo entender tanto odio, tanta maldad, tanta sinrazón. Quizás algún día, cuando se desclasifiquen papeles, cuando la gente imparcial se anime a publicar, cuando yo sea más madura, o más vieja, sea capaz de ver con otros ojos este periodo, mientras para ser sincera me avergüenzo mucho de la actuación de unos y de otros, y no soy capaz de encontrar mi sitio en ninguna de las dos Españas.
Para todos aquellos que quieran una novela histórica bien escrita, y que no se posicione al menos en la ambientación, esta es una muy buena obra. Para los que conocen Madrid o viven en él es indispensable. Creo que Espasa ha hecho una buena apuesta con ella y sobre todo la portada la ha bordado.