Revista Libros
Ed. Anagrama-Pág. 12; Buenos Aires 2011 Traducción de Miguel Sáenz
Esta novelita es una joya. Podemos bucear meses y años entre diversas páginas, hasta encontrar una lectura que nos cautive. Yo tuve la suerte por 3 veces en el mes de julio. Primero con esta novelita de Bernhard; luego con “El hombre sentimental”, de Javier Marías (que espero comentar) y ahora -voy por la mitad- con “Han cortado los laureles”, de Edouard Dujardin. Llamativo que las tres novelas estén escritas en primera persona... El narrador de “Sí” es, al igual que todos los del autor austriaco, un virus, un fluido contaminante, un reactivo; su prosa transforma nuestro íntimo lenguaje prosaico, nuestra poética: en pocas páginas, ya todo transcurre como Bernhard, nuestro pensamiento se desenvuelve con su estilo, con su tono, su gramática; si hay un hecho irrebatible, ese este: la prosa de Bernhard altera la forma del discurso íntimo del lector, esta es su manera de interpelar; no nos da ideas, sino una estructura, un software nuevo. Pues los narradores de Bernhard se exponen a así mismos como puro estilo: no hablan de mucho, sino solo de 3 o cuatro temas puntuales, pocas veces exponen con claridad (aunque lo aparenten), pero siempre lo hacen con obstinación, enfermos. El “sí” del que nos habla el narrador de Bernhard es la negación absoluta. Se invierte el término como un cuerpo con las entrañas por fuera. Este mismo procedimiento se aplica al humor: lo trágico se exagera hasta que brota de él lo cómico carcajeante: esta es una de las novelas más cómicas y por lo mismo más tristes de Bernhard.
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