Situaciones en las que la directiva se rehúsa a dejar salir a un jugador no son nuevas y tampoco dejaran de existir, cuando hay dinero de por medio ningún club quiere perder. Es evidente que los contratos están para cumplirse, pero, ¿es justo cerrarle los caminos a un deportista?.
Si un jugador no se siente cómodo en un equipo, no rinde ni aporta lo esperado, partiendo de esta idea, no sirve de nada, siendo una institución, tener en tus filas a un elemento que juega para cumplir y no contribuye. Por el contrario, sería mejor contar con otro que tenga las ganas de triunfar, que en definitiva, es la actitud que se necesita para conseguir objetivos.
Sin embargo, las finanzas parecen importar más que otra cosa, lo que considero un grave error. Ejemplo de estas dificultades en la actualidad las viven el galés, Gareth Bale,quien desea ir al Real Madrid pero el Tottenham pide muchísimo por él; Luis Suárez que ya no se siente cómodo en el Liverpooly el colombiano ‘Teo’ Gutiérrez, el cual sueña con jugar en River Plate.
Un contrato que sirve, solo en ocasiones
De la misma manera que, estos jugadores quieren irse, existen ocasiones en las que el club busca, a como de lugar, deshacerse de un jugador, manipulándolos cual piezas de ajedrez. En consecuencia, tenemos a un atleta que se ve obligado a continuar su carrera en otra parte, a menos que desee buscar una ocupación distinta al fútbol. ¿y el contrato?.
Todo esto me hace concluir, que tiene valor cuando representa una pérdida para la institución, de resto solo es una constancia. Además, el compromiso de ambas partes se pierde cuando existe una notable desconformidad en alguna de ellas por lo que se hace necesario llegar a un acuerdo donde el respeto prevalezca.
Ve a donde quieras ir pero respetando el club
Por otra parte, a pesar de lo descontento que pueda estar un futbolista, no se debe querer burlar al equipo en el que juegas, pues, es quien le ha brindado la oportunidad de hacer lo que más le gusta y en determinado momento, el accedió a trabajar para la escuadra.
Es más sencillo cuando un jugador expresa su deseo de irse, en buenos términos, a cuando se hace el rebelde, no participa en entrenamientos ni concentraciones y da declaraciones a la prensa en contra del club, dando mucho que desear.
En conclusión, un equipo de fútbol puede ser dueño de un jugador, pero no de una persona y sus objetivos personales, hace falta tener en claro esta diferencia, pues, ante el anhelo de seguir en otro sitio su profesión, el futbolista debe ser libre de elegir su destino.