Yihadistas del ISIS: Habéis dicho decenas de veces que soñáis con recuperar Al Andalus y que mas pronto que tarde vais a ocupar España. Si supierais lo fácil que es. Podríais hacerlo desembarcando en sólo tres pateras, dos para traer a un centenar de combatientes y otra para pertrechos. Con esa fuerza basta para tomar un país acobardado, lleno de quintacolumnistas y dividido, que ni siquiera es capaz de unirse en torno a su bandera y a su himno. Para ocupar España lo importante es desencadenar el miedo, y en eso sois expertos. No os preocupeis por el armamento. Traed algunos kalasnikov, unos pocos lanzacohetes ruidosos y no os olvidéis de la cimitarra para degollar. Es lo mas importante. Os voy a decir cómo se puede tomar España con un centenar de diablos locos vestidos de negro. Tomad nota. ---
Desembarcais en el sur, por Tarifa o Algeciras. Allí os esperarán las ONGs de acogida y os darán comida y mantas. Pensarán que sois pobres refugiados. No os preocupéis del transporte. Decid que os dirigís hacia el norte, para enfrentaros al gobierno de España, y os entregarán medio centenar de todoterrenos, repletos de gasolina, para que avancéis hacia Rajoy.
Si llegáis a Cádiz, es probable que os reciban con los brazos abiertos y que os hagan un homenaje en las puertas del Ayuntamiento, donde el alcalde, un tal Kichi, es de Podemos y debe sentirse muy cercano a los "pobres" yihadistas. Muchos rojos locales, anticapitalistas, multiculturalistas, podemitas y no pocos ambiciosos de todas las tonalidades rojas y progres se unirán a vuestra tropa. No saben combatir, pero aceptadlos porque hacen mucho ruido y eso mete miedo a los españoles. No olvidéis que España, un país de cobardes que elige cada cuatro años a sus verdugos en las urnas y que soporta sin rechistar que les roben, mientan, estafen y que la Justicia sea desigual, no se conquista con armas, sino con miedo.
Pedéis hacer otra parada en Córdoba, cuyos concejales acaban de guardar minutos de silencio no por las víctimas de París, sino por vuestros caídos en Siria, bombardeados por los aviones franceses. Seguro que allí os recibirán como héroes y se os unirán miles de voluntarios "progres", desempleados, feministas y sindicalistas deseosos de recuperar poder. Es probable que el alcalde de Marinaleda, Sanchez Gordillo, con sus braceros, se os unan también por las campiñas cordobesas y ya seréis una tropa respetable, de muchos miles de "combatientes" ruidosos.
Los gobernantes andaluces, en Sevilla, estarán envueltos en la duda, divididos en dos bandos, el de los que quieren impedir vuestro avance y el de los que piensan que lo mejor es apoyaros para que derrotéis a Rajoy, que es el gran enemigo. No olvidéis que en el año 711, el rey hispanovisigodo Don Rodrigo fue abandonado por la mitad de sus propias tropas cuando se enfrentaba, en la batalla del Guadalete, a vuentros antepasados Tarik y Muza, que le derrotaron y, como vosotros, avanzaron con un puñado de musulmanes, sin apenas resistencia, por aquella España que, como la de hoy, estaba también plagada de traidores y de cobardes.
Rajoy, a esas alturas, con parte de Andalucía perdida, estará dudando todavía. No os preocupéis. Es gallego y rara vez toma decisiones. Como hacía el desaparecido caudillo Franco, que también era gallego, él espera a que el tiempo solucione los problemas que no se atreve a afrontar. Ante vuestra invasión, pensará que cien combatientes es una fuerza ridícula y que ni siquiera merece la pena movilizar a un Ejercito español que, salvo muy honrosas excepciones, lleva décadas aprendiendo a comportarse como una ONG.
No os preocupéis de una reacción defensiva española. Las encuestas dicen que poco mas del diez por ciento de los españoles están dispuestos a defender su patria ante una invasión. El miedo les paraliza porque son pocos los que aman a su patria.
Vuestro avance hacia Madrid, tras sobrepasar Despeñaperros, será un espectáculo. Miles de españoles se asomarán a la carretera para ver pasar a los yihadistas que "van contra Rajoy". Vuestra comitiva sembrará mucho miedo y eso paralizará a España. Será un avance espectacular: una columna de yihadistas terrorificos, seguida de una multitud de voluntarios mal armados, con una cola vistosa de multiculturalistas, buenistas, feministas, ONGs, miembros del colectivo COLEGA, actores y directores de cine, cantantes "progres" y miles de oportunistas, envidiosos, resentidos y subvencionados, todos con banderas rojas y republicanas (ni una sola española), que esperan que les toque algo cuando se repartan las propiedades de los derrotados.
Cuando Rajoy ordene la defensa de Madrid, es probable que los cien yihadistas del ISIS que desembarcaron días atrás se hayan convertido ya en una tropa respetable de mas de cien mil anticapitalistas y enemigos del PP y de la Iglesia Católica, todos haciendo un ruido infernal y metiendo un miedo terrible a su paso.
En esos momentos, la Cataluña nacionalista, el territorio español mas lleno de odio y de musulmanes, se habrá rebelado y declarado independiente. En Valencia, Baleares, Galicia y el País Vasco, los pocos nacionalistas, envalentonados por el avance de la yihad y la debilidad del gobierno de España, se habrán echado a las calles para reclamar también su trozo de independencia.
Ya no quiero seguir narrando la triste caída de España y la demostración de que este país, que en tiempos fue el mas bravo y temible del mundo, se comporta hoy como una piltrafa dividida y minada por la envidia, el odio y la división. Se me caen las lágrimas y no puedo describir el espectáculo en la plaza de Las Ventas, llena de chusma vociferante, entre ellos muchos antitaurinos, congregada para contemplar la cimitarra del Islam "misericordioso" degollando a curas, monjas, frailes, militares, empresarios, pensadores, cristianos, gays, lesbianas, ladrones, políticos e incluso a miles de los voluntarios que se unieron a la tropa invasora en su trayecto de Cádiz a Madrid.
Las lágrimas no me dejan escribir ni una línea mas y no puedo contar cómo lo mejor de esta patria española que fue grande, hoy cobarde, desarmada y envilecida por una clase política que no supo fortalecerla ni unirla, ni ilusionarla, ni estimular sus valores, es degollada, crucificada, quemada viva y apaleada en escenarios públicos, con la televisión en directo, ante la alegría de las masas que, como ocurrió hace trece siglos, habrá dado de nuevo la bienvenida al Islam y enterrado su religión, su cultura, sus derechos y sus viejos valores.