Madrid es una ciudad que se vuelve especialmente histriónica en Navidad. Ya es bastante estresante durante todo e año pero desde finales de octubre y, especialmente, a partir del puente de diciembre, sus calles se convierten en agujeros negros que atraen a gentes de todas partes. Es tanta la atracción que no podemos evitar salir de casa para hacer esas cosas que cada año juras que no vas a hacer. Sí, esas cosas típicas por las que hay que darse de codazos y que, cuando las piensas en febrero, te salen ronchas. Pero ahí que estás un año más… Porque al final, recuperar la tradición te provoca ternura, te recuerda a la infancia y eso es lo realmente bonito, poder compartir un recuerdo. Estas son las 10 cosas que seguro que has hecho si has vivido en Navidad en Madrid:
- Ir a Cortilandia. Tan triste como esto, los madrileños llevamos desde 1979 considerando una de nuestras tradiciones ir a ver el montaje navideño patrocinado por LOS grandes almacenes. Y llamamos villancico a ese jingle terroríficamente pegadizo que aterriza en nuestras mentes y ya no se va. Pero es así, nos llevaron de pequeños y seguimos peregrinando. Aunque nunca hayan montado uno mejor que el de Gulliver…
- Comprar una figurita del Belén en la Plaza Mayor. Y así cada año, haremos más grande el diorama, previo pago de un riñón en un puesto de la plaza, esquivando a Spidermans con tripa y a mimos escalofriantes. Con un poco de suerte, escaparemos a las bombetas y a las bombas fétidas… Pero nos costará no comprar un petardillo para esconder en el cigarro de ese tío plasta de la cena de Nochebuena…
- Hacer la cola para comprar un décimo en Doña Manolita (y sentirte el más guiri del mundo en tu propia ciudad)
- Hacer cola para comprar un roscón en La Mallorquina o en el Horno de San Onofre. Y relamerte pensando en cómo vas a desayunar al día siguiente. Y, caja en mano, pegar la nariz al escaparate de El Riojano y sus turrones, peladillas y mazapanes. En cuestión de tradición, no tienen rival.
- Ir a las preuvas o ensayo general de las Campanadas de Nochevieja el 30 de diciembre. Ese es nuestro día. El 31 es para los de fuera.
- Estas cinco tradiciones primigenias se resumen en una: ir al centro en Navidad. Da igual que no tengas donde dejar el coche, que Metro de Madrid esté pensando en contratar a los revisores del metro de Japón para que empujen a la gente dentro de los vagones, que haya francotiradores en los balcones de la Gran Vía… Allá que vamos. Y caminamos por las aceras como si fuéramos en una carrera de Fórmula Uno, intentando esquivar por la derecha y por la izquierda a los de fuera que van tranquilamente admirando las luces y los edificios. Nosotros, NO. Nosotros tenemos que seguir sacando la pole de las compras. Hombre ya.
- Ir a ver algún Belén de las decenas que hay por Madrid. O conseguir colocar a los niños para que les lleve la abuela. Al Napolitano del Palacio Real, al de la Casa de Correos, la de la Almudena o al que te de la gana. Los más originales están este año en La Casa del Lector, en la exposición Noche de Luz, que ha traído más de 3.000 piezas de belenes de todas las partes del mundo.
- Ir a ver las luces de Navidad de Madrid en autobús. Pero no en el bus de la Navidad, no me seas, a no ser que quieras hacer más de 4 horas de cola (verídico). Coge el 27, el 45 o alguno de los que suben por la Castellana o baja por Serrano con el 19 o el 51. No tienes el techo descubierto pero pasan con más frecuencia y no hay hordas de abuelas dispuestas a arrearte por su lugar en el autobus (o sí).
- Correr la San Silvestre vallecana en Nochevieja. Dicen los que cada año acuden estoicamente que correr, lo que se dice correr, no corren. Sólo si te apuntas a la parte de los atletas de verdad para ver pasar cual exhalación a los kenianos. En la Popular, entre casi 40.000 personas… Es mejor que te disfraces y vayas a echar un buen rato. O puedes tomartelo MUY en serio y acabar yendo a la cena con varios tirones musculares, contracturas y lesiones varias.
- Jugarse la integridad física y la mental yendo a ver La Cabalgata del Ayuntamiento de Madrid. Es obligatorio ir con paraguas. No, no va a llover. Hay que ponerlo al revés, para protegerte del lanzamiento de caramelos de los pajes, capaces de hacerte una brecha en la ceja de un caramelazo, y de paso, cazarlos al vuelo para los peques de la familia. Si te lanzas a por ellos al suelo, corres el riesgo de perder un dedo o la mano entera.
A tí, ¿cuántas te faltan? Me dejo alguna, seguro (como que se te vaya la mano con las cañas previas a la cena de Nochebuena o Nochevieja). Así que me haría mucha ilusión que me las recordárais en los comentarios. ¿Cuáles son tus tradiciones favoritas?