No lo entiendo, profe -me dice la alumna, mirándome sorprendida.
- ¿No entiendes qué? ¿El que te haya dicho que debes recuperar la tercera evaluación? -digo yo, inocente, copiando su cara de asombro.
- Claro, profe, porque yo me porto siempre bien en clase y me esfuerzo mucho -afirma rotundamente. Adivino yo que en dos semanas conoceré a sus padres, entonces.
- Si yo comprendo tu preocupación y agradezco tu interés por la asignatura -anoto mentalmente: cuando vuelva a casa, confirmar que no soy la novia de Pinocho-. Pero es que también hay que aprobar los exámenes, entregar todos los trabajos bien hechos, traer el cuaderno y hacer los deberes... La miro atentamente, esperando su reacción.
- Profe, pero yo te he dicho que me porto bien, así que deberías aprobarme.
- No -rectifico, tajante-. Deberías aprobarte.
- Pues se lo diré a mis padres, profe.
Ya lo sabía yo...